La Misión de las Hermanas Sabrina



Era un hermoso día de diciembre y Wendy, muy emocionada, se sentaba a la mesa con sus tres hijas: Fani, Adeline y la pequeña Sara. Con el sol brillando a través de la ventana, decidió que era el momento perfecto para hablar sobre la misión que quería dejarles mientras ella viajaba.

"Hola, mis amores. Quiero hablarles de algo muy especial", dijo Wendy con una sonrisa.

Las tres se miraron curiosas y ansiosas. Fani, la mayor, se sentó erguida, Adeline se balanceaba en la silla y Sara, con su chupete en la boca, no podía esperar a escuchar lo que su mamá tenía que contar.

"Sé que me voy a viajar y quiero que tengan una misión mientras no estoy. Quiero que cada día se digan cuánto se quieren y hagan algo especial juntas. ¿Qué les parece?"

Fani sonrió, Adeline aplaudió entusiasmada y Sara, aunque no entendía mucho, movía las manitas, feliz de estar con sus hermanas.

"¡Sí, sí! Podemos hacer muchas cosas divinas", exclamó Adeline.

"Pero, ¿y si nos peleamos?" preguntó Fani, un poco preocupada.

"Eso puede pasar, pero es parte de ser hermanas. Lo más importante es que encuentren la manera de resolverlo", explicó Wendy.

Decidida a encontrar la misión perfecta, Wendy les dijo:

"Quiero que hagamos un trato. Por cada vez que se ayuden o digan algo lindo, van a ganar un corazón de papel que yo he hecho. Al final de mi viaje, cuando regrese, las que tengan más corazones podrán elegir un plan divertido juntas. ¡Qué emoción!"

Las niñas aceptaron el reto y comenzaron su misión. El primer día, Fani ayudó a Adeline a construir un castillo de bloques.

"¡Sos la mejor hermana, Fani!", dijo Adeline, llenando de alegría a Fani.

¡Un corazón para ellas!

El segundo día, mientras estaban en el parque, Fani se dio cuenta de que Sara se había caído y comenzó a llorar.

"No te preocupes, Sara. Te ayudo a levantarte. ¡Sos muy valiente!", le dijo Adeline. La pequeña Sara sonrió, secándose las lágrimas con las manitas.

¡Otro corazón!

Sin embargo, en el cuarto día, empezaron a surgir algunos conflictos.

"¡Quiero ser yo la que elija primero los colores para el dibujo!", gritó Adeline, con los ojos entrecerrados.

"No, yo quiero el azul", replicó Fani, mientras Sara miraba con ojos grandes y curiosos.

Las dos comenzaron a discutir y las risas se convirtieron en lágrimas. Miraron a su hermana menor, que estaba completamente confundida.

"¡Chicas!" interrumpió Sara, levantando los brazos.

Bastante sorprendidas por la intervención de su hermana, Fani y Adeline se quedaron en silencio.

"¡No pelearse! ¡Quererse siempre!", demandó Sara, inocentemente. Su mirada buscaba tranquilidad.

Las hermanas se miraron y recordaron la misión que su mamá les había dejado. Mientas se abrazaban, Fani susurró:

"Lo siento, Adeline. A veces, me olvido de lo que realmente importa".

"Yo también, hermana. Por favor, perdoname".

Ambas se sonrieron, sintiendo que el amor que compartían era mucho más fuerte que cualquier color de pintura que pudiesen elegir.

Ese día, decidieron hacer un gran dibujo con todos los colores del arcoíris, cuidando cada trazo. No solo se ganaron dos corazones, sino que también aprendieron sobre el respeto y la importancia de solucionar conflictos.

Wendy regresó a casa después de su viaje y se encontró con un hermoso mural lleno de colores y corazones.

"¿Qué es esto?", preguntó sorprendida.

"Son nuestros corazones, mamá. Los ganamos por querernos y ayudarnos", dijo Fani, orgullosa.

"Hicimos una misión bien divertida y aprendimos a ser mejores hermanas" añadió Adeline.

Wendy sintió que su corazón se llenaba de alegría.

"Estoy tan orgullosa de ustedes. Ahora, como prometí, ¡es hora de elegir un plan divertido para hacer juntas!"

Las risas estallaron y las tres hermanas, junto a su mamá, compartieron un día lleno de aventuras y más corazones por construir.

Así, Fani, Adeline y Sara aprendieron que el amor entre hermanas hace que todas las dificultades sean más fáciles y la vida más hermosa.

FIN.

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