La Misión de Mateo


Había una vez en lo más profundo de la selva, un guardaparques llamado Mateo que dedicaba su vida a proteger y cuidar a los animales y al medio ambiente.

Él vivía en una pequeña cabaña rodeada de árboles frondosos y coloridas flores, donde cada mañana se despertaba al sonido de los pájaros cantando. Un día, mientras patrullaba por la selva, Mateo se encontró con un grupo de animales preocupados.

El mono Simón, la tortuga Martina y el jaguar Juanito le contaron que estaban tristes porque veían cómo cada día había menos árboles en la selva debido a la tala indiscriminada.

Mateo escuchó atentamente a sus amigos animales y les explicó lo importante que era cuidar el planeta y reciclar para proteger su hogar. Les enseñó sobre la importancia de separar los residuos, reutilizar materiales y reducir el consumo de plástico para evitar contaminar los ríos y dañar a los seres vivos que habitaban allí.

Los tres amigos se comprometieron a ayudar a Mateo en su misión de concienciar a todos los habitantes de la selva sobre la importancia del cuidado del medio ambiente.

Juntos organizaron charlas educativas para los demás animales, donde enseñaban cómo plantar árboles, reagarrar basura y construir comederos para las aves. Poco a poco, gracias al esfuerzo conjunto de Mateo y los animales, la selva comenzó a recuperarse.

Los árboles volvieron a crecer frondosos, los ríos estaban más limpios y todos los habitantes disfrutaban de un entorno más saludable. Un día, mientras caminaban por la selva celebrando sus logros, escucharon un ruido extraño proveniente del río. Al acercarse descubrieron que una familia de nutrias estaba atrapada entre bolsas plásticas flotantes.

Sin dudarlo ni un segundo, Mateo junto con Simón, Martina y Juanito se lanzaron al agua para rescatarlas. "¡Rápido! ¡Ayúdenme a sacar estas bolsas antes de que sea tarde!" -gritaba Mateo mientras luchaban contra las corrientes del río.

Finalmente lograron liberar a las nutrias y llevarlas sanas y salvas a tierra firme. Las nutrias les dieron las gracias con gestos cariñosos antes de desaparecer entre las aguas cristalinas del río.

Esa noche, bajo el manto estrellado de la selva, Mateo y sus amigos recordaron juntos todas las aventuras vividas desde que decidieron unir fuerzas para proteger su hogar. Y comprendieron que trabajar juntos por un objetivo común podía traer grandes cambios positivos para el planeta.

Desde entonces, Mateo continuó siendo el guardián incansable de la selva junto con sus amigos animales; inspirando a otros a seguir su ejemplo e inculcando en ellos el amor por la naturaleza y el compromiso con el cuidado del medio ambiente.

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