La Misión de Ruperta y el Apu



En un pequeño pueblo en lo alto de la montaña vivían los habitantes más amables y trabajadores que uno pudiera conocer. Sin embargo, últimamente algo extraño sucedía: no caía ni una sola gota de lluvia en el lugar.

Los campos estaban secos, los animales sedientos y las personas preocupadas por la falta de agua. Un día, los pobladores decidieron reunirse en la plaza del pueblo para discutir qué hacer ante la escasez de lluvia.

Entre murmullos y susurros, todos expresaban sus inquietudes hasta que el más anciano de la ciudad, el sr. Pedro, se levantó y dijo con voz firme:- ¡Vamos al Apu! Él sabrá cómo ayudarnos.

El Apu era una majestuosa montaña que se elevaba imponente sobre el pueblo. Se decía que en su cima vivía un espíritu ancestral capaz de controlar las fuerzas naturales. Sin dudarlo, los habitantes del pueblo se pusieron en marcha hacia la montaña siguiendo al sr. Pedro.

Al llegar a los pies del Apu, se encontraron con una sorpresa inesperada: una rana gigante les estaba esperando. - ¡Hola! -dijo la rana con una sonrisa-. Soy Ruperta, guardiana del Apu.

¿En qué puedo ayudarles? Los pobladores quedaron asombrados al ver a la rana hablar pero rápidamente le explicaron su problema con la falta de lluvia. Ruperta escuchó atentamente y les dijo:- El Apu está triste porque han olvidado cuidar de la naturaleza que lo rodea.

Para traer nuevamente las lluvias a su tierra, deben demostrarle su respeto y amor por todo lo que les rodea.

Los habitantes del pueblo reflexionaron sobre las palabras de Ruperta y decidieron trabajar juntos para sanar la tierra herida por su descuido. Empezaron plantando árboles, limpiando los ríos y cuidando a los animales con cariño.

Días después, mientras realizaban sus labores diarias, comenzaron a sentir unas gotas frías caer sobre sus rostros: ¡era lluvia! Una suave llovizna empezó a empapar el suelo sediento mientras todos celebraban emocionados.

Desde ese día en adelante, el pueblo nunca volvió a padecer sequías gracias al cuidado constante que brindaban a la naturaleza bajo la sabia mirada del Apu y con la ayuda invaluable de Ruperta, quien se convirtió en una gran amiga para todos. Y así fue como aprendieron que solo cuidando y respetando nuestro entorno podemos mantener viva nuestra casa común: La Tierra.

FIN.

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