La Misión de Simón
Simón era un niño curioso, siempre dispuesto a descubrir el mundo que lo rodeaba. Un día, su padre le entregó un antiguo mapa que había encontrado en el desván de su abuelo. "Este mapa tiene un secreto escondido, Simón. Necesito que lo encuentres y lo protejas" - le dijo con una sonrisa cómplice.
Con el mapa en mano, Simón se embarcó en una aventura por el bosque que rodeaba su casa. Era un lugar lleno de árboles altos, cantos de aves y murmullo del viento que parecía hablar en un idioma misterioso. Mientras caminaba, se topó con una puerta antigua en un tronco de un árbol gigante.
"¿Qué será esto?" - murmuró, mirando la puerta llena de enredaderas.
Decidido a seguir adelante, la abrió y se encontró en un mundo fabuloso. Todo brillaba con colores que nunca había visto. Había criaturas extrañas: un conejo con gafas que leía libros en voz alta, una tortuga que jugaba al escondite con luciérnagas y un zorro que siempre estaba contando chistes, aunque nadie se reía.
"¡Hola! Yo soy Teo, el conejo lector" - dijo el conejo con entusiasmo."¿Qué haces aquí, pequeño?"
"Vine a cumplir una misión de mi papá" - contestó Simón, sintiéndose intrépido.
Teo lo miró con interés. "¿Una misión? ¿Y cuál es?"
"No estoy seguro de los detalles, pero tengo que encontrar un secreto" - le respondió.
El zorro, que se había acercado curioso, dijo: "Yo sé de muchos secretos. ¿Por qué no te unes a nosotros? Tal vez juntos podamos ayudar a encontrarlo."
Simón sonrió, y así comenzó una serie de aventuras. Jugaron a la escondida, recorrieron prados llenos de flores y se enfrentaron a una nube de lluvia que decidió moverse justo cuando ellos estaban en medio de un juego.
"¿Y si hacemos que la nube nos cuente algún secreto? ” - sugirió la tortuga, entre risas.
Después de mucho reírse y jugar, los amigos decidieron que necesitaban más pistas. Juntos, abordaron un pequeño barco hecho de hojas que los llevó por un río brillante. En el camino, encontraron una piedra con una inscripción extraña y un roble que parecía hablar.
"Para encontrar el secreto, deben resolver el enigma del roble" - dijo el árbol con una voz profunda. "¿Cuál es más rápido, un pensamiento o una palabra?"
Simón se quedó pensando mientras sus amigos debatían entre ellos. "Una palabra puede llevar un pensamiento más rápido, pero un pensamiento puede ser muchas palabras a la vez" - murmuró Simón.
Finalmente, exclamó: "¡Los dos! Un pensamiento y una palabra pueden ir juntos!"
El roble sonrió y un puerto de luz apareció en su tronco. "Tienes razón, niño. Ahora puedes ver el secreto. Pero recuerda, no siempre es lo que uno espera" - dijo el árbol mientras la luz guiaba a Simón hacia un pequeño cofre.
Cuando lo abrió, dentro encontró algo inesperado: libros llenos de historias y dibujos maravillosos. Nos hemos concentrado tanto en encontrar un secreto, pero el verdadero tesoro es el conocimiento y la amistad que hemos compartido en esta aventura.
Simón se dio cuenta de que la misión de su padre no era solo encontrar un objeto, sino aprender y disfrutar cada momento.
"Ahora entiendo. Debo volver y compartir esto con papá" - dijo, sintiendo una gran felicidad.
Así que, con la ayuda de Teo, el zorro y la tortuga, Simón emprendió el camino de regreso hacia casa, llevando no solo los libros, sino también recuerdos que durarán para siempre. Sin embargo, antes de salir, el zorro le susurró al oído: "Pero, ¿qué tal si estas historias son solo el principio de más aventuras?"
Simón sonrió, sintiendo que el verdadero final era solo el comienzo de un nuevo viaje.
FIN.