La Misión del Tiempo
En un futuro no muy lejano, la Tierra estaba profundamente herida. La contaminación, la deforestación y el cambio climático habían hecho que el planeta fuera un lugar hostil para la vida. Sin embargo, un adolescente llamado Raúl era un soñador, un defensor del planeta,
todo el día hablaba con su prima Dayana sobre cómo podían cambiar las cosas.
La historia comienza una tarde en el taller de su abuelo, donde Raúl y Dayana estaban construyendo un pequeño robot a control remoto. Mientras ajustaban los cables, un destello de luz apareció y ante ellos apareció un enorme robot plateado.
"Hola, soy Chronobot 2.0, he venido a elegir a un héroe que salvará el futuro de la Tierra", dijo el robot con una voz profunda y mecánica.
Raúl y Dayana se miraron sorprendidos. ¿Un héroe? Ellos sólo eran chicos comunes.
"¿Y por qué nos eligieron a nosotros?", preguntó Dayana.
"Porque son jóvenes, tienen pasión y sobre todo, creen en un mundo mejor. Necesito que viajemos al pasado y recojamos materiales que se están destruyendo. También debemos enseñar a las personas cómo cuidar su entorno. pero no podré hacerlo solo".
Raúl sintió un escalofrío de emoción.
"¡Contá con nosotros!".
A la mañana siguiente, se unieron a sus amigos Iván y Damy, quienes no dudaron en unirse a la aventura. "Siempre quise ser un explorador", dijo Iván. "Y yo quiero hacer algo grande por nuestro planeta", agregó Damy.
Chronobot activó su máquina del tiempo y, con un destello brillante, se encontraron en un frondoso bosque del pasado, donde los árboles eran tan altos que parecían tocar el cielo. Todo era más puro y fresco. Pero pronto se dieron cuenta de que algo no estaba bien. Había carteros con señales de corte de madera cercanas.
"¡Debemos detener esto!", gritó Raúl.
Recorrieron el bosque y se toparon con un grupo de leñadores. Raúl, Dayana, Iván y Damy decidieron infiltrarse para averiguar más.
"¿Por qué están cortando estos árboles?", preguntó Dayana, acercándose a uno de los leñadores.
"Estamos haciendo negocios. No hay opción, la ciudad necesita madera y nosotros necesitamos los trabajos", respondió un hombre, desolado.
Raúl miró a su alrededor.
"¿Y si les enseñamos a usar materiales reciclados o sostenibles?", propuso. Los leñadores lo miraron intrigados.
Fue entonces cuando Damy sacó su idea brillante:
"Podemos construir casas y muebles sin talar un solo árbol. Con cartones, plásticos y otros desechos, podemos crear algo nuevo y hermoso".
Los leñadores comenzaron a interesarse en la idea. Raúl, Dayana, Iván y Damy explicaron cómo podían ayudar a la comunidad a reciclar y repensar su uso de recursos. Los leñadores, antes solo preocupados por su trabajo, se convirtieron en aliados.
Pasaron días trabajando juntos, y poco a poco transformaron las ideas en acción. Sin embargo, el tiempo corría. Chronobot, que había estado vigilando, les informó que ya era hora de regresar, pero faltaba un último esfuerzo: salvaguardar las semillas de los árboles más grandes.
"Las plantaremos en otras partes para que nunca sean destruidos", dijo Raúl.
Cada uno de ellos trabajó para recolectar las semillas y asegurarse de que esas nuevas generaciones de árboles nacieran en un lugar seguro.
Finalmente, Chronobot les dijo:
"Es hora de volver. Gracias por lo que han hecho. Ustedes han cambiado el futuro".
Regresaron a su tiempo con semillas en mano y la certeza de que habían marcado una diferencia.
Un día, mientras empacaban las semillas con su abuelo, Dayana observó al viejo árbol que tenían en su patio, sus ramas extendiéndose hacia el cielo.
"Lo haremos, abuelo. Guardaremos estas semillas y las plantaremos en el futuro".
Con esas palabras, Raúl y sus amigos supieron que, aunque el viaje había terminado, su misión apenas comenzaba. Con la naturaleza de su lado, estaban decididos a convertir sus sueños en realidad.
Al final, el verdadero héroe no siempre necesita un traje o un destino heroico. A veces, un adolescente que cree en un mundo mejor puede ser todo lo que supone salvar el planeta.
FIN.