La Misión Navideña de Jesús
Había una vez un niño llamado Jesús que vivía en un pequeño pueblo de Argentina.
Desde muy pequeño, Jesús adoraba la Navidad y todo lo que esta representaba: las luces brillantes, los regalos debajo del árbol y el amor compartido entre las personas. Pero había algo que siempre le entristecía: saber que no todos los niños del mundo tenían la oportunidad de celebrar la Navidad como él.
Un día, mientras paseaba por el bosque cercano a su casa, Jesús encontró una estrella fugaz brillante en el cielo. Sin pensarlo dos veces, decidió pedirle un deseo especial. "Querida estrella fugaz, deseo poder llevar alegría a todos los niños del mundo durante la Navidad.
Quiero que ninguno se quede sin recibir regalos y sin sentir el amor y la felicidad de esta maravillosa temporada". La estrella fugaz escuchó atentamente su deseo y decidió concedérselo. En ese momento, Jesús sintió cómo algo mágico ocurría dentro de él.
De repente, se dio cuenta de que tenía el poder de viajar a cualquier lugar del mundo en un abrir y cerrar de ojos. Emocionado por su nuevo don, Jesús comenzó su misión navideña.
Viajó primero a Sudáfrica, donde conoció a Sipho, un niño huérfano que soñaba con tener una bicicleta para poder ir al colegio más rápido. "¡Hola Sipho! Soy Jesús y he venido aquí para cumplir tu deseo", dijo emocionado. Sipho no podía creer lo que veía.
Jesús le entregó una bicicleta nueva y brillante, y juntos pasearon por las calles de su pueblo. Luego, Jesús viajó a Australia, donde conoció a Matilda, una niña que amaba la música pero no tenía instrumentos para tocar.
"¡Hola Matilda! He venido aquí para darte un regalo muy especial", anunció Jesús. Matilda abrió el regalo y encontró una guitarra hermosa. Desde ese día, ella tocaba canciones llenas de alegría en todos los rincones del país.
Así continuó su misión navideña por todo el mundo.
Conoció a niños de todas las culturas y les llevaba regalos que representaban sus sueños más profundos: libros para aquellos que querían aprender, pelotas de fútbol para los amantes del deporte y muñecas para las niñas que soñaban con tener compañía. Sin importar dónde iba o quién conocía, Jesús siempre dejaba un mensaje importante: la Navidad es un momento especial donde podemos compartir amor y felicidad con los demás.
No importa cuánto tengamos o cómo celebremos, lo importante es recordar que todos merecen sentirse amados y valorados durante esta temporada tan especial.
Al final de su viaje mágico alrededor del mundo, Jesús se dio cuenta de algo maravilloso: no necesitamos ser como Santa Claus para llevar alegría a otros. Todos tenemos la capacidad de hacer pequeñas acciones que pueden marcar una gran diferencia en la vida de alguien más.
Y así fue como cada año durante la Navidad, Jesús seguía repartiendo regalos y compartiendo su amor con todos los niños del mundo.
Su misión se convirtió en una tradición que inspiraba a las personas a ser generosas y compasivas, recordando siempre el verdadero significado de la Navidad: dar y recibir amor.
Y así, la historia del niño Jesús que adoraba las Navidades y entregaba regalos a todos los niños del mundo se convirtió en un cuento lleno de magia y esperanza, enseñándonos que cada uno de nosotros tiene el poder de hacer del mundo un lugar mejor.
FIN.