La misteriosa casa embrujada



En una ciudad sin nombre, en lo más profundo del bosque, se encontraba una antigua casa embrujada. Los habitantes del lugar solían contar historias de extraños silbidos y risas que provenían de la casa, así como de luces que se encendían y apagaban solas durante la noche. En esta ciudad vivían Lagarto, un curioso lagartija, y Cocodrilo, su valiente amigo. Un día, escucharon sobre la misteriosa casa y decidieron explorarla juntos.

Al acercarse a la casa, Lagarto y Cocodrilo sintieron un escalofrío. A pesar del miedo, decidieron entrar para descubrir el misterio que envolvía el lugar. Al entrar, rápidamente se dieron cuenta de que algo no estaba bien. Las luces parpadeaban y podían escuchar susurros en cada esquina.

- ¿Escuchaste eso, Cocodrilo? -susurró Lagarto, temblando de miedo.

- Sí, pero no debemos tener miedo. Vamos a descubrir qué está pasando aquí -respondió Cocodrilo con determinación.

Decidieron adentrarse más en la casa y, de repente, se encontraron con un pequeño fantasma que sollozaba en un rincón. El fantasma les contó que se sentía solo y triste, ya que la gente tenía miedo de él. Lagarto y Cocodrilo, en vez de asustarse, decidieron ser amables con el fantasma y escuchar su historia. Descubrieron que el fantasma solo quería compañía y amigos con quienes jugar.

- No tengas miedo, pequeño fantasma. Nosotros seremos tus amigos -dijo Lagarto con ternura.

A partir de ese día, Lagarto, Cocodrilo y el fantasma se convirtieron en amigos inseparables. Juntos, exploraron la casa embrujada y descubrieron que las luces que parpadeaban eran solo un truco para asustar a los intrusos. La risa misteriosa provenía de murciélagos que habitaban el techo de la casa. Con el tiempo, la misteriosa casa embrujada se convirtió en un lugar lleno de risas y diversión. Los habitantes de la ciudad sin nombre ya no tenían miedo de ella, y todo gracias a la valentía y el corazón bondadoso de Lagarto y Cocodrilo.

FIN.

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