La moneda mágica
Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, un niño llamado Juanito. Juanito era muy curioso y siempre estaba buscando nuevas aventuras.
Un día, mientras exploraba el bosque cerca de su casa, encontró un objeto brillante entre los árboles. Al acercarse, descubrió que era una moneda antigua con la imagen de Jesús en ella. Juanito se emocionó mucho y pensó que este tesoro podría cambiar su vida para siempre.
Lleno de entusiasmo, fue corriendo a buscar a sus amigos Pedro y Marta para mostrarles lo que había encontrado. Al llegar a la casa de Pedro, le mostró la moneda y les contó sobre su hallazgo emocionado. -¡Es increíble! -exclamó Marta-.
¿Sabes qué podríamos hacer? Podemos usar esta moneda para ayudar a las personas necesitadas del pueblo. Juanito quedó perplejo ante la idea. Nunca había pensado en eso antes. Pero sabía que tenía razón; debían hacer algo bueno con ese regalo especial.
Decidieron ir al mercado del pueblo y comprar comida para repartir entre los más necesitados. Compraron pan fresco, frutas jugosas y verduras coloridas. Luego fueron por las calles entregando alimentos a aquellos que no tenían suficiente para comer.
La gente estaba asombrada por el gesto amable de los niños y les daban las gracias con una sonrisa en sus rostros cansados.
Juanito sintió una satisfacción inmensa al ver cómo podían marcar la diferencia en la vida de otros simplemente compartiendo lo que tenían. Pero mientras continuaban ayudando a los demás, Juanito comenzó a preocuparse por lo que pasaría cuando la moneda se acabara.
¿Cómo podrían seguir ayudando sin ella? Decidió hablar con su abuela, quien siempre tenía sabios consejos. -Abuela -dijo Juanito preocupado-, encontré una moneda y la usamos para ayudar a las personas necesitadas. Pero me preocupa qué pasará cuando ya no tengamos más dinero.
La abuela sonrió y le dijo: "Juanito, recuerda la parábola de los talentos que Jesús nos contó". Juanito asintió con curiosidad y su abuela continuó: "En la historia, un hombre les dio a tres siervos diferentes cantidades de dinero antes de partir.
Dos de ellos invirtieron el dinero y lo multiplicaron, mientras que uno lo enterró por miedo". "Cuando el hombre regresó, alabó a los dos siervos que habían hecho crecer el dinero y los recompensó. Pero al siervo temeroso le quitó todo lo que tenía".
Juanito comprendió el mensaje oculto en esa historia y se sintió inspirado. Recordando las habilidades especiales que cada uno poseía, decidió reunirse nuevamente con Pedro y Marta. -Chicos, tenemos más talentos además del dinero -les dijo-.
Podemos usar nuestras habilidades únicas para ayudar aún más a nuestra comunidad. Decidieron organizar una feria en el pueblo para mostrar sus talentos al mundo. Pedro era un excelente músico, así que tocaba canciones hermosas en su guitarra.
Marta era muy creativa e hizo coloridos dibujos para vender como postales. Juanito mostraba su increíble capacidad para contar historias y cautivaba a todos los que lo escuchaban.
La gente del pueblo quedó maravillada con las habilidades de los niños y comenzaron a donar dinero para apoyar su causa. Con el dinero recaudado, construyeron un comedor comunitario donde podían alimentar a más personas necesitadas todos los días.
Juanito, Pedro y Marta se dieron cuenta de que sus talentos no solo podían ayudarlos a ellos mismos, sino también a toda la comunidad. Desde ese día en adelante, Juanito aprendió que no importaba cuánto dinero tuvieras, sino cómo usabas tus talentos para hacer el bien en el mundo.
Y así, junto con sus amigos, continuaron ayudando a los demás y sembrando la semilla de la bondad por todo el pueblo. Y colorín colorado, esta historia ha terminado. Pero recuerda siempre usar tus talentos para hacer del mundo un lugar mejor.
FIN.