La Monita Valiente y el Castor Lúcido
En un bosque mágico donde todo era posible, vivía una mona llamada Max. Aunque todos la conocían como Max la Monita, ella tenía un sueño: quería ser un mono, un verdadero mono, tan fuerte y valiente como siempre había imaginado. Su mejor amigo era un castor llamado Clara, que llevaba unos lentes súper cool y era un experto en hacer muebles de madera. Clara tenía una peculiaridad: no podía comer gluten, así que siempre llevaba sus galletas sin gluten a todas partes.
Un día, mientras estaban jugando cerca de un hermoso lago de aguas brillantes, Max se sentía muy emocionada con su idea de ser un mono. Pero tenía un problema: a veces se ponía muy inquieta y no sabía cómo controlar su energía, así que terminaba golpeando a Clara por accidente mientras jugaban.
"- ¡Ay, Max! ¡Cuidado con tus golpes!" - se quejó Clara, mientras se acomodaba los lentes. "No quiero que me golpees, ¡somos amigos!"
Max miró a su amigo, sintiéndose un poco mal. "- Pero sólo quiero ser fuerte. Los monos son fuertes, ¡y yo quiero ser uno!"
"- Estás en el camino correcto, Max. Pero ser fuerte no significa golpear a tus amigos. ¡Ser fuerte es saber controlarte!" - dijo Clara con una sonrisa mientras le ofrecía una galleta sin gluten.
Max comenzó a pensar en lo que había dicho su amiga. Quizás tenía razón. No quería lastimar a nadie, especialmente a Clara, que siempre estaba a su lado. Así que ese día, mientras practicaban saltos y acrobacias entre los árboles, Max hizo un esfuerzo consciente por no dejarse llevar por su energía.
Un par de días después, Clara le propuso un desafío. "- ¿Qué te parece si competimos para ver quién salta más alto?"
Max, emocionada, aceptó de inmediato. "¡Sí, vamos a hacerlo!"
Ambas se habían preparado para la competencia. Pero justo cuando estaba por comenzar, Clara se dio cuenta de algo.
"- Espera, Max. Yo tengo que usar mis lentes para ver mejor y no quiero perder. Pero si no los uso, no puedo saltar con toda mi fuerza. ¿Qué hago?"
Max la miró y sonrió. "- Usalos, Clara. No se trata de ganar o perder, sino de divertirse. ¡Apartemos a nuestra competitividad!"
Clara asintió, y ambas comenzaron a saltar. No importaba si ganaba una u otra; lo importante era compartir el momento y disfrutar la amistad.
Así pasaron las tardes en el bosque, saltando y riendo juntas. Max aprendió a escuchar a Clara y a controlarse cada vez más. Y además, como Max estaba muy concentrada en divertirse, empezó a saltar más alto y con más confianza.
Un día, decidieron organizar un concurso de saltos entre todos los animales del bosque. Max y Clara fueron las anfitrionas. "- ¡Bienvenidos, amigos! ¡Hoy celebramos la amistad y el juego!" - gritó Max, llena de energía.
Clara, con sus lentes brillando en el sol, dijo: "- Cada uno puede participar y lo más importante, ¡es que todos se diviertan!"
La competencia reunió a animales de todas partes: ranas saltarinas, liebres veloces y un pez globo que saltaba por encima del agua. Todos estaban disfrutando de la energía y la alegría del día.
Finalmente, llegó el momento de contar los votos. Max y Clara contaron juntos risas y aplausos. Ganó la rana saltarina, pero eso no importaba; lo que más disfrutaron fue el tiempo juntas.
A medida que pasaban los meses, Max aprendió a ser fuerte sin lastimar. Comprendió que ser fuerte significaba cuidar de sí misma y de los que estaban a su alrededor. Clara se volvió más hábil haciendo muebles, pero también aprendió que la amistad era su mayor fortaleza.
Y así, en aquel bosque mágico, la monita valiente y el castor lúcido descubrieron que la verdadera fuerza reside en el amor y el respeto hacia los demás. Y cada día, se recordaban a sí mismas: ser fuerte no significa golpear, significa crecer juntas.
FIN.