La montaña de la amistad


Había una vez en un lejano valle, cuatro amigos muy especiales: Montaña, Nieve, Río y Lourdes. Montaña era grande y fuerte, Nieve era blanca y fría, Río era travieso y juguetón, y Lourdes era dulce y amable.

Un día soleado de primavera, los cuatro amigos decidieron emprender una aventura juntos. Se adentraron en el bosque cantando y riendo, disfrutando de la naturaleza que los rodeaba.

De repente, se encontraron con un gran desafío: debían escalar la montaña más alta del valle para llegar a su cima. "¡Vamos chicos, podemos hacerlo juntos! -exclamó Montaña con entusiasmo. Nieve temblaba de emoción ante la idea de subir tan alto, pero sabía que con la ayuda de sus amigos lo lograrían.

Río saltaba de roca en roca guiando el camino con su alegría contagiosa, mientras que Lourdes daba ánimo a todos con sus palabras de aliento.

Después de horas de esfuerzo y trabajo en equipo, finalmente alcanzaron la cima de la montaña. Desde allí arriba podían ver todo el valle extendido ante sus ojos, un paisaje maravilloso lleno de colores y vida. "¡Lo logramos!" -gritó Río emocionado mientras daba vueltas alrededor de sus amigos.

"Gracias por ayudarme a superar mis miedos" -susurró Nieve abrazando a Montaña con gratitud. Lourdes sonreía feliz viendo a sus amigos unidos y fortalecidos por la experiencia compartida en aquella aventura inolvidable.

Pero justo cuando estaban por regresar al valle, una tormenta inesperada se desató sobre ellos. El viento soplaba fuerte y la lluvia caía sin piedad sobre la montaña. Los cuatro amigos se abrazaron para protegerse mutuamente del frío y del peligro que representaba aquel temporal repentino.

"¡No podemos rendirnos ahora! ¡Debemos encontrar refugio juntos!" -exclamó Montaña con determinación. Guiados por el instinto de supervivencia y el amor que sentían unos por otros, buscaron entre las rocas hasta hallar una cueva donde resguardarse temporalmente hasta que pasara la tormenta.

Allí dentro compartieron historias, risas e incluso algunas lágrimas mientras esperaban pacientemente a que amainara el temporal.

Y cuando finalmente salieron afuera nuevamente vieron algo maravilloso: un arcoíris brillaba en el cielo como señal de esperanza y renovación después de la tormenta. "¡Miren chicos! El arcoíris nos está diciendo que juntos podemos superar cualquier adversidad" -dijo Lourdes emocionada señalando hacia el horizonte donde brillaban los colores del arcoíris.

Los cuatro amigos se abrazaron una vez más sintiéndose más unidos que nunca después de haber enfrentado juntos aquella prueba difícil. Y así comprendieron que no importaba cuán grandes fueran los desafíos si estaban dispuestos a apoyarse mutuamente como verdaderos amigos lo harían siempre.

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