La montaña de la esperanza



En un pequeño pueblito al pie de una majestuosa montaña, vivía una niña huérfana llamada Sol. Desde que sus padres partieron, Sol había encontrado consuelo en su abuela y su abuelo German, quienes la cuidaban con amor. Juntos exploraban la naturaleza, compartían historias y se reían en las noches estrelladas.

Un día, mientras paseaban por el bosque, escucharon un leve llanto. Curiosos, siguieron el sonido hasta llegar a un claro donde encontraron a una niña pequeña llamada Lila, que tenía dificultades para moverse.

"Hola, ¿por qué lloras?" - preguntó Sol, acercándose con cuidado.

"No puedo jugar como los demás..." - respondió Lila, secándose las lágrimas.

La abuela de Sol sonrió y se agachó para hablar con Lila.

"No te preocupes, querida. Todos somos diferentes, pero eso no significa que no podamos divertirnos juntos. ¿Te gustaría que te enseñemos algunos juegos que puedes disfrutar?"

"¿De verdad?" - preguntó Lila, los ojos llenos de esperanza.

Sol se emocionó mucho con la idea. Sabía que Lila merecía divirtirse tanto como cualquier otro niño. Así que decidieron hacer un plan.

Durante la siguiente semana, Sol, su abuela y el abuelo German trabajaron juntos en algo especial. Buscaron ramas fuertes, hojas grandes y flores de colores. Con mucha creatividad, construyeron una especie de lugar de juegos adaptado, donde Lila pudiese jugar y sentirse parte del grupo.

Cuando Lila llegó al día de la inauguración, sus ojos brillaron de alegría.

"¡Es hermoso!" - exclamó, tocando las flores y admirando el lugar.

"Hicimos esto para que puedas jugar con nosotras, Lila. Aquí no hay límites. ¿Te gustaría probar?" - dijo Sol, sonriendo mientras mostraba una hamaca hecha de cuerdas y troncos.

Pero justo en ese momento, una tormenta comenzó a asomarse en el cielo, cubriendo la montaña de nubes grises. La lluvia llegó de repente, y todos se refugiaron debajo de una gran roca.

"¡No! ¡Construimos este lugar con tanto esfuerzo!" - Sol parecía angustiada.

"No te preocupes, Sol. Nosotras también podemos jugar aquí, bajo la lluvia. ¡Ven!" - sugirió la abuela.

Con un poco de nerviosismo, pero mucha emoción, las tres comenzaron a jugar, inventando juegos en la lluvia. Lila se sintió más libre que nunca al zambullirse en la alegría del momento. Momentos después, viendo cómo la lluvia se despejaba, ¡había un hermoso arcoíris en el cielo!"Miren, el arcoíris. ¡Es tan hermoso!" - dijo Lila, admirando el cielo.

"Eso es porque después de las tormentas siempre viene algo hermoso" - reflexionó el abuelo German, orgulloso.

Los días pasaron, y las heridas de la soledad de Lila comenzaban a sanar gracias a la amistad de Sol y sus abuelos. Jugaban todos los días, riendo y explorando, y Lila empezó a sentirse parte de algo maravilloso.

Un día, mientras estaban en su nuevo lugar de juegos, Lila propuso:

"¿Podemos hacer un club? ¡El Club de los Exploradores! Nosotras tres, y todas las demás niñas y niños que quieran unirse. ¡Podemos explorar la montaña y buscar tesoros!"

"¡Sí!" - respondió Sol entusiasmada.

Con la ayuda de sus abuelos, empezaron a planear sus aventuras. Aprendieron sobre las plantas, las flores y los animales que habitaban la montaña. El Club de los Exploradores se convirtió en un gran éxito y todas las niñas y niños del pueblo comenzaron a unirse. Ninguno, ni Lila, se sentía diferente, todos eran simplemente exploradores.

Un día, mientras paseaban, Lila encontró una piedra brillante y decidió que iba a ser su tesoro especial. Todos la admiraron y, a su vez, ella les mostró que al ser diferentes había tesoros en cada uno de ellos.

Y así, con cada nueva aventura en la montaña y cada nuevo recuerdo compartido, la amistad de Sol, Lila, la abuela y el abuelo German se volvió aún más fuerte. Aprendieron que la verdadera alegría se encuentra en la aceptación, el amor y la inclusión, y que cada ser es especial en su propia manera. Juntos, decidieron que irían a la montaña cada semana, porque allí no solo descubrieron sus tesoros, ¡sino el verdadero significado de la amistad!

A partir de ese día, bajo el cielo brillante y junto a su amado club, Lila, Sol y sus abuelos comenzaron a crear un mundo en el que nadie quedara atrás, donde cada niño y cada niña pudieran jugar y soñar, sin importar las diferencias, en el mágico reino de la montaña de la esperanza.

FIN.

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