La Montaña de la Sed



Francesca y Romina eran dos amigas inseparables que esperaban con ansias las vacaciones de verano para poder disfrutar juntas de aventuras emocionantes.

Ambas eran muy activas y les encantaba correr, saltar y explorar todo lo que se les cruzara por delante. Un día, decidieron ir a un parque natural cercano a su ciudad para hacer una caminata en la montaña. Llevaban agua, comida y muchas ganas de divertirse.

Al llegar al parque, comenzaron su ascenso por el sendero marcado. El paisaje era hermoso: árboles altos y frondosos, aves cantando melodías dulces y el sol brillando en el cielo azul. Sin embargo, después de un rato caminando, Francesca empezó a sentirse cansada y con sed.

"Chicas, necesito tomar agua", dijo ella deteniéndose frente a una fuente cercana. Romina se acercó rápidamente para ayudarla mientras sacaba su botella de agua del bolso. Pero cuando trató de abrirla, se dio cuenta de que estaba vacía.

"Oh no", exclamó Romina preocupada. "No traje suficiente agua". Francesca miró hacia arriba donde aún faltaba mucho camino por recorrer hasta alcanzar la cima. Sabía que necesitaban hidratarse pero no tenían más líquido disponible.

De repente recordaron algo importante: habían aprendido en la escuela cómo obtener agua potable en situaciones extremas como esta utilizando plantas naturales del lugar. Así que comenzaron a buscar entre los arbustos alguna planta conocida que pudiera ayudarlas.

Después de un rato, encontraron una hoja verde y jugosa que parecía ser la adecuada. Con cuidado, cortaron algunas hojas y las exprimieron en sus bocas. El sabor no era el mejor pero al menos les proporcionaba algo de hidratación.

Continuaron su camino con más energías gracias a la planta natural que habían descubierto. A medida que subían por la montaña, se encontraban con nuevos desafíos: rocas resbaladizas, troncos caídos y caminos empinados. Pero juntas lograban superar cada obstáculo con valentía y determinación.

Se ayudaban mutuamente a saltar las piedras grandes o trepar por los árboles para evitar los barrancos peligrosos. Finalmente llegaron a la cima de la montaña donde pudieron apreciar una vista espectacular del paisaje circundante.

Abrazadas entre risas y alegría, celebraron su éxito como verdaderas aventureras. De regreso en casa, Francesca y Romina nunca olvidarían esa experiencia inolvidable en el parque natural. Habían aprendido mucho sobre cómo sobrevivir en situaciones difíciles utilizando recursos naturales del lugar.

Además, se dieron cuenta de lo importante que es tener amigos fieles y solidarios dispuestos a ayudarse mutuamente en todo momento. Y así fue como estas dos amigas demostraron que juntas pueden hacer cualquier cosa posible si tienen coraje, perseverancia y amistad sincera.

FIN.

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