La Montaña del Valor



Había una vez dos niños llamados Lía y Tomás que vivían en un pequeño bosque, cerca de la temida Montaña del Miedo. El lugar era conocido por las historias que contaban los mayores, sobre una bruja que merodeaba por sus alrededores y que atemorizaba a todos los que se acercaban. Sin embargo, Lía y Tomás eran muy curiosos y siempre soñaban con aventuras emocionantes.

Un día decidieron que era hora de conocer aquella montaña.

"Vamos a explorarlo, ¡seguro que no es tan aterradora!" - dijo Lía con entusiasmo.

"¡Sí! Tal vez sólo se trate de un mito. ¡Vamos!" - respondió Tomás.

Mientras ascendían la montaña, el viento soplaba fuerte y las ramas de los árboles crujían. Pero los chicos no se dejaron intimidar. De repente, un ruido extraño resonó detrás de ellos. Era la bruja, y se veía más aterradora de lo que habían imaginado.

"¡Alto ahí, niños!" - gritó la bruja, con una voz que helaba la sangre.

Lía y Tomás miraron hacia atrás, y al ver a la bruja comenzaron a correr.

"¡Corre!" - gritó Tomás mientras ambos intentaban escapar.

"¡A donde sea!" - agregó Lía, tratando de no mirar atrás.

Mientras corrían, Tomás tropezó y cayó en un abismo.

"¡Ayúdame, Lía!" - exclamó intentando aferrarse a una roca.

Era un momento crítico. Justo en ese instante, la bruja logró atrapar el pie de Lía.

"¡No te llevaré contigo!" - chilló, mientras luchaba por escapar.

Tomás, aunque asustado, recordó una historia que su abuela le contaba sobre el coraje.

"Lía, recuerda lo que aprendimos: si lidiamos con el miedo, podemos vencer cualquier desafío. ¡Usa el valor que tienes dentro!"

Las palabras de aliento hicieron que Lía se tranquilizara.

"¡Tienes razón, Tomás!" - dijo Lía mientras intentaba desatarse de la bruja.

Con una sonrisa de determinación, Lía giró, se agachó y logró zafarse del agarre de la bruja. La sorpresa hizo que la bruja se tambaleara.

"¡Vamos, Tomás!" - gritó Lía.

Tomás también tomó fuerzas. Se aferró con todas sus fuerzas a la roca y, con un último empujón, saltó hacia delante, logrando librarse del borde del abismo.

"¡Lo logramos!" - exclamó, y juntos empezaron a correr más rápido, dejando atrás a la bruja que los miraba con ira.

Cuando estuvieron un poco lejos, se detuvieron detrás de un árbol, cansados pero aliviados.

"¿Crees que nos seguirá?" - preguntó Tomás.

"No creo. Hoy demostramos que juntos somos más fuertes que cualquier miedo. La bruja solo era una ilusión de nuestros miedos ante lo desconocido" - respondió Lía, llena de valor.

Desde aquel día, Lía y Tomás nunca más temieron a la montaña. Se dieron cuenta de que la verdadera valentía reside en enfrentar nuestros temores y apoyarnos mutuamente. Regresaron a su hogar y, cada vez que escuchaban historias sobre la bruja, ¡se reían juntos de su aventura!

Y así, aprendieron que juntos pueden conquistar cualquier montaña, y que lo más importante es tener coraje y nunca rendirse, porque el verdadero miedo se enfrenta con el corazón.

FIN.

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