La Montaña Mágica y el Coraje de la Princesa
Era un día soleado en el reino de Camelot, donde el Rey Arturo estaba sentado en su trono, escuchando los problemas de su pueblo. De repente, un mensajero entró corriendo.
"¡Rey Arturo! ¡Han visto dragones en la Montaña Mágica!"
El rey frunció el ceño, preocupado.
"¿Dragones? Eso podría ser un gran peligro para el reino. Debemos investigar."
La hija del rey, la valiente Princesa Lucía, escuchó la conversación y decidió que también quería ayudar.
"Padre, yo quiero ir a investigar. Soy capaz y juntos podemos enfrentar cualquier reto."
"Es muy peligroso, Lucía. Debes quedarte aquí y ser cuidada. Los dragones son criaturas poderosas. "
Sin embargo, Lucía no se rindió y, con la ayuda de su amiga la maga Giselle, preparó un plan.
"Giselle, necesito tu magia para hacerme invisible. Quiero ir a la montaña y averiguar qué sucede."
"Estaré contigo, Lucía. Pero debemos ser muy cuidadosas."
Despertó muy temprano al siguiente día, con la fuerza de un guerrero, y, con un hechizo que Giselle le lanzó, se volvió invisible.
Al llegar a la Montaña Mágica, Lucía escuchó un gran rugido. Se escondió detrás de unos arbustos y vio a dos dragones enormes.
"¡Debemos encontrar la piedra mágica! No podemos permitir que los humanos se enteren de lo que estamos haciendo aquí!" decía un dragón al otro.
Lucía, intrigada, decidió acercarse un poco más. Escuchó que los dragones hablaban sobre una piedra mágica que podía cambiar el clima del reino.
"Si conseguimos esa piedra, podremos hacer que Camelot nunca más tenga sequía. Los humanos nos temerán y, tal vez, nunca más quieran interrumpir nuestra paz."
Sintiéndose responsable, Lucía decidió que debía actuar.
"Giselle, tenemos que hablar con los dragones. Quizás no entienden que su plan podría causar más problemas que soluciones."
"¿Estás segura, Lucía? Son dragones. Podrían asustarse y atacarte."
"Debo intentarlo. Confío en que la magia y el entendimiento pueden cambiar las cosas."
Así que, con mucha valentía, Lucía salió de su escondite y se mostró frente a los dragones.
"¡Hola! Soy la Princesa Lucía de Camelot. He venido a hablarles."
Los dragones se miraron sorprendidos.
"Una princesa aquí, en la montaña?" dijo el dragón más viejo.
"No venimos a pelear. Vengo a escuchar su plan. No queremos problemas entre nuestros pueblos."
Los dragones se sintieron sorprendidos y decidieron escucharla.
"¿Por qué deberíamos confiar en los humanos?" preguntó el dragón joven.
"Porque todos queremos un mismo objetivo: la paz y la prosperidad. La piedra mágica puede ayudar, pero si no se usa correctamente, podría causar sequías o inundaciones."
Los dragones se miraron entre ellos, intrigados por las palabras de Lucía.
"¿Y qué propones, Princesa?"
"Podemos trabajar juntos. Ustedes pueden ayudarnos a cuidar la tierra en lugar de temer a los humanos."
Los dragones pensaron en las palabras de la princesa.
"Podríamos intentar..." dijo el dragón viejo.
"Pero primero, hay algo que necesitamos saber. ¿Los humanos están dispuestos a escuchar?"
Lucía les prometió que lo hablaría con su padre.
Regresó al castillo y le contó todo al Rey Arturo.
"Padre, los dragones no son nuestros enemigos. Podemos colaborar para cuidar nuestra tierra juntos."
"Es un riesgo, Lucía. Pero confío en tu valentía. Convocaré a una reunión con ellos."
Cuando los dragones y los humanos se encontraron en el reino, la tensión era palpable. Sin embargo, Lucía se mantuvo firme.
"Estamos aquí para construir un futuro en conjunto, donde podamos compartir la tierra y cuidarla. "
Los dragones asintieron, y fue así como, poco a poco, los dos grupos comenzaron a trabajar juntos para aprender de la magia de la naturaleza y la inteligencia humana.
Con el tiempo, el reino floreció como nunca antes, y los dragones se convirtieron en guardianes de la montaña. El rey Arturo se sintió orgulloso de su hija, quien había logrado crear un puente entre dos mundos.
Al final, Lucía entendió que el valor no siempre era un acto de pelea, sino de diálogo y comprensión.
Los dragones y los humanos vivieron en armonía, cuidando juntos la Montaña Mágica y el reino, demostrando que el respeto y la unidad podían superar cualquier miedo. El final del cuento fue la promesa de que siempre habría aventuras y magia en todo el reino, mientras todos trabajaran juntos y aprendieran unos de otros.
FIN.