La Morulaca y las Mandarinas Compartidas
Había una vez, en la selva más densa y hermosa de Argentina, vivía un animal muy peculiar llamado La Morulaca. Era un animal parecido a un caballo, pero con alas enormes que le permitían volar entre los árboles.
La Morulaca era muy especial porque no se alimentaba como cualquier otro animal de la selva. A ella le gustaban las mandarinas y siempre buscaba la manera de encontrarlas.
Un día, mientras sobrevolaba el bosque en busca de su fruta favorita, encontró una plantación enorme que estaba llena de mandarinas. - ¡Qué maravilla! -exclamó La Morulaca-.
¡Nunca había visto tantas mandarinas juntas! Pero al acercarse para comer una mandarina, se dio cuenta de que había muchos animales pequeños comiendo las mismas frutas que ella quería. - ¿Cómo puedo conseguir mis mandarinas sin lastimar a estos pequeños amigos? -se preguntó La Morulaca. Fue entonces cuando decidió hablar con ellos para encontrar una solución pacífica.
Uno por uno, habló con cada animalito y les explicó cómo podían compartir las mandarinas sin pelear ni hacer daño a nadie. Los animales escucharon atentamente y aceptaron compartir sus deliciosas mandarinas con La Morulaca.
Desde ese día en adelante, todos los animales disfrutaron juntos del sabor dulce y jugoso de las mandarinas. La Morulaca aprendió una valiosa lección: nunca hay que rendirse ante los obstáculos y siempre hay una manera pacífica de resolver problemas.
Y así fue como se convirtió en un gran líder, querido y respetado por todos los animales de la selva. Desde entonces, La Morulaca volaba felizmente entre los árboles de la selva, compartiendo sus mandarinas con todos sus amigos animales.
Y siempre recordaba que la amistad y el respeto son las claves para vivir en armonía con los demás.
FIN.