La muñeca de cartón




En la hermosa ciudad de Celaya, en la época del virreinato, vivía una familia muy humilde. El padre, Don Mateo, trabajaba como cartonero para poder mantener a su querida hija, Rosita.

A pesar de las dificultades, Rosita siempre tenía una sonrisa en el rostro.

Sin embargo, una cosa entristecía su corazón: todas las niñas ricas de la ciudad tenían preciosas muñecas de porcelana, mientras que ella no tenía más que una simple muñeca de cartón que su padre le había hecho con mucho amor. -¿Por qué no puedo tener una muñeca bonita como las demás niñas, papá? -preguntó Rosita un día, con lágrimas en los ojos.

Don Mateo acarició tiernamente la cabeza de su hija y le prometió que haría lo imposible por darle una hermosa muñeca. Lamentablemente, el trabajo de cartonero no dejaba mucho dinero, pero Don Mateo era un hombre listo y creativo.

Decidió hablar con los artesanos de la ciudad y les propuso una idea: intercambiar su habilidad para conseguir cartón reciclado por la creación de una muñeca de porcelana para su pequeña Rosita. Los artesanos, conmovidos por la determinación y el amor de Don Mateo, aceptaron.

Pasaron los meses y finalmente llegó el día en que la muñeca de porcelana estuvo lista. Don Mateo la llevó a su humilde hogar y se la entregó a Rosita. La emoción de la niña no tuvo límites al ver aquel regalo tan especial.

Desde ese día, la muñeca de porcelana se convirtió en la compañera inseparable de Rosita.

La lección de esta historia es que, aunque la vida nos presente dificultades, el amor, la determinación y la creatividad siempre pueden abrir puertas hacia la felicidad y los sueños cumplidos, sin importar cuán humilde sea nuestro comienzo.

FIN.

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