La muñeca de mis sueños



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Feliz, una niña llamada Lola. Ella siempre pasaba frente a la juguetería del señor Pedro y soñaba con tener una hermosa muñeca que estaba en el escaparate.

Un día, Lola decidió juntar todo el dinero que le habían dado de propina por ayudar a los vecinos con sus tareas. Contó cada moneda cuidadosamente y se dio cuenta de que no le alcanzaba para comprar la muñeca.

Se sintió muy triste, pero decidió entrar a la juguetería de todas formas. Al verla tan desanimada, el señor Pedro se acercó a ella y le preguntó qué le pasaba.

Lola le explicó que quería mucho la muñeca pero no tenía suficiente dinero para comprarla. El bondadoso dueño de la tienda sonrió y le dijo:"Lola, sé lo mucho que quieres esa muñeca. ¿Qué te parece si hacemos un trato?"Intrigada, Lola asintió con curiosidad.

El señor Pedro continuó:"Tengo aquí un cofre lleno de tareas pequeñas que necesito ayuda para hacer en la juguetería. Si tú estás dispuesta a ayudarme con ellas, te pagaré un poco de dinero por cada una que completes.

Así podrás ganar lo suficiente para comprar tu preciada muñeca. "Los ojos de Lola se iluminaron ante esta oportunidad y aceptó encantada el trato.

Durante los siguientes días, Lola trabajó duro en la juguetería: ordenando estantes, limpiando juguetes y ayudando a organizar las nuevas entregas. Cada tarea completada significaba una moneda más en su alcancía.

Finalmente, después de mucho esfuerzo y dedicación, llegó el día en que Lola contó su dinero y descubrió que finalmente tenía lo suficiente para comprar la muñeca que tanto anhelaba. Corriendo hacia la tienda con emoción incontenible, entró y tomó entre sus manos aquella hermosa muñeca. El señor Pedro sonrió al verla tan feliz y orgulloso por haber logrado su objetivo gracias a su esfuerzo.

"¡Felicidades, Lola! Has demostrado ser una niña valiente y trabajadora. Estoy seguro de que esta muñeca estará muy bien cuidada contigo. "Lola abrazó fuertemente su nueva adquisición mientras expresaba su gratitud hacia el amable dueño de la juguetería.

Desde ese día en adelante, cada vez que miraba a su preciada muñeca recordaba con orgullo todo el esfuerzo y trabajo duro que había invertido para conseguirla.

Y así aprendió una importante lección: con determinación, paciencia y esfuerzo, ¡todo sueño puede hacerse realidad!

FIN.

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