La muñeca del bosque



Era un día soleado en el pequeño pueblo de Santa Clara. Las dos amigas, Lucía y Valentina, decidieron explorar el bosque que se encontraba al final de su calle. Mientras caminaban, entre risas y murmullos, algo brilló entre las hojas caídas.

"¡Mirá!" - exclamó Lucía, acercándose curiosa.

"¿Qué es?" - preguntó Valentina, intrigada.

Era una muñeca antigua, con un vestido de encaje y ojos que parecían seguirlas.

"¡Es hermosa!", - dijo Valentina, acariciándola.

"¿La llevamos?", - sugirió Lucía, emocionada.

Ambas decidieron quedársela y llevaron a la muñeca a casa. Desde ese día, comenzaron a suceder cosas extrañas. A veces, podían escuchar susurros suaves al caer la noche. Otras veces, la muñeca parecía moverse ligeramente de un lugar a otro.

Una tarde, mientras jugaban con la muñeca, Valentina le dijo:

"Ojalá pudieras hablar, muñequita... ¡Quiero saber tus secretos!"

De repente, una fría ráfaga de viento sopló por la ventana y la muñeca empezó a moverse lentamente.

"¡Lucía! ¿Viste eso?" - gritó Valentina, sorprendida.

"Sí, pero no puede ser posible" - respondió Lucía, con un nudo en el estómago.

Las amigas comenzaron a investigar sobre la historia de la muñeca. Descubrieron que pertenecía a una niña que había vivido en el pueblo hace mucho tiempo y que le encantaba jugar con sus amigos. Pero un día, desapareció sin dejar rastro.

"Tal vez la muñeca necesita ayuda," - sugirió Lucía, con cuidado.

"¿Sobre qué tipo de ayuda?" - preguntó Valentina, nerviosa.

"Quizás debamos encontrar a la niña."

Las chicas decidieron que al día siguiente volverían al bosque a buscar más pistas. Pero esa noche, Valentina soñó que la muñeca le hablaba.

"Valentina, ayúdame..." - decía la muñeca en su sueño, con una voz suave.

A la mañana siguiente, Valentina se despertó muy emocionada, pero Lucía notó que algo en su amiga había cambiado.

"¿Estás bien?" - le preguntó, preocupada.

"Sí, creo que sí. Solo tengo que ir al bosque sola, Lucía. Te prometo que vuelva pronto."

Valentina fue al bosque sin decirle a su amiga. Mientras buscaba, una extraña sensación la envolvió. De repente, la muñeca comenzó a brillar y pudo ver la figura de la niña desaparecida.

"¿Por qué no me ayudaste?" - le preguntó la niña, triste.

"¡Yo quiero ayudarte!" - respondió Valentina, pero antes de que pudiera moverse, se desmayó.

Cuando Lucía se enteró, buscó a su amiga, encontrándola en el bosque.

"¡Valentina!" - gritó con desesperación. Al poco tiempo, Valentina fue llevada a casa. Su madre, alarmada, pensó que estaba enferma por la experiencia.

"Está confundida, debe descansar" - le dijo a Lucía, quien esperaba en la sala.

"No la dejen sola. Necesita nuestra ayuda para descubrir la verdad de la muñeca.

Días después, a pesar de la pena que sentía, Lucía decidió que tenía que hacer algo. Regresó al bosque con la muñeca, decidida a encontrar respuestas.

Cuando llegó, empezó a llorar y a hablarle a la muñeca.

"Si hay algo que necesito saber, por favor, dímelo. Te prometo que intentaré ayudarte".

De repente, la muñeca brilló intensamente y una luz brilló del bosque, formando la figura de la niña.

"Gracias por liberarme, tanto tiempo he esperado a ser encontrada" - dijo la niña.

"¿Cómo podemos ayudarte?" - preguntó Lucía, con una voz firme.

"Necesito que me recuerden, que no me olviden."

Lucía tomó la muñeca con fuerza, prometiendo nunca olvidar.

"Nunca te olvidaremos, te lo prometo.”

Desde ese día, la muñeca fue devuelta a su hogar en el museo del pueblo, donde todos podían aprender sobre ella y la niña. Valentina se recuperó y las amigas se volvieron más unidas que nunca, siempre recordando la importancia de la amistad y de ayudar a los demás.

"Valentina, por siempre seremos amigas, no importa lo que pase" - dijo Lucía, sonriendo.

"¡Sí, siempre juntas!" - respondió Valentina emocionada.

Desde entonces, las dos amigas continuaron explorando el bosque, llenándolo de risas y nuevas aventuras, recordando que a veces lo más valioso de la vida no es lo que encontramos, sino las lecciones que aprendemos en el camino.

FIN.

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