La Muñeca Mágica del Callejón



Era un sábado soleado cuando dos amigas, Sofía y Valentina, decidieron salir a explorar su barrio. Mientras hablaban y reían, llegaron a un callejón oscuro que nunca antes habían visto.

"¿Escuchaste eso?" - preguntó Sofía, visiblemente intrigada.

"Sí, parece que viene de ahí, de esa caja" - respondió Valentina, señalando una misteriosa caja en el suelo.

Se acercaron con cautela y cuando asomaron la cabeza por el borde de la caja, vieron una hermosa muñeca con un vestido de colores brillantes y una sonrisa encantadora.

"¡Es tan linda! Debemos llevarla a casa" - dijo Sofía entusiasmada.

"¡Sí! Pero primero, hagamos una promesa: la cuidaremos y nunca la dejaremos sola" - propuso Valentina.

Ambas chicas asintieron y decidieron levantar la muñeca, cada una agarrándola de un brazo. Sin embargo, al hacerlo, un pequeño brillo salió de la muñeca y, como si tuviera vida propia, susurró:

"Gracias, amigas. Yo soy Lucia, la muñeca mágica. Si me cuidan y me quieren, les concederé un deseo".

Sofía y Valentina se miraron boquiabiertas.

"¿De verdad puedes conceder deseos?" - preguntó Sofía con los ojos brillantes de emoción.

"Sí, pero deben ser deseos de corazón, que ayuden a los demás" - respondió Lucia con suavidad.

Las chicas discutieron sobre qué deseo pedir.

"Podríamos pedir un montón de caramelos" - dijo Sofía.

"¡Pero eso no ayudaría a nadie! Tal vez debamos desear algo que haga feliz a toda la comunidad" - respondió Valentina.

Después de un rato pensando, llegaron a una conclusión.

"Queremos un parque donde todos los chicos del barrio puedan jugar y divertirse" - decidieron juntas.

Lucia sonrió y dijo:

"Ese es un deseo hermoso. Ahora cierren los ojos y cuenten hasta tres".

Las chicas cerraron los ojos y contaron juntas:

"Uno, dos, tres..."

Cuando abrieron los ojos, se encontraban frente a un enorme parque colorido, lleno de juegos, árboles y flores frescas.

"¡Lo logramos!" - gritaron al unísono, corriendo hacia el parque.

De repente, un grupo de chicos comenzó a acercarse, emocionados por la nueva aventura. Se unieron a Sofía y Valentina en el parque, riendo y jugando.

"Gracias, Lucia, por este regalo tan maravilloso" - dijeron ambas.

Pero entonces, se dieron cuenta de que el deseo de tener un parque era solo el comienzo.

"Ahora que tenemos este lugar, deberíamos cuidarlo y mantenerlo limpio" - sugirió Sofía.

"¡Es cierto! También podemos decorar el parque con flores y muebles hechos por nosotros" - agregó Valentina.

Así que, juntas con sus nuevos amigos, comenzaron a trabajar en su nuevo proyecto. Recolectaron basura, plantaron flores y construyeron un pequeño banco con madera que encontraron en el taller de la escuela.

"¿Ves? Un deseo de corazón puede llevarnos a hacer cosas asombrosas" - comentó Valentina mientras colocaba una flor.

"Sí, y lo más importante es que estamos aprendiendo a ayudar a los demás y cuidar nuestra comunidad" - añadió Sofía con una sonrisa.

Con el tiempo, el parque se convirtió en el lugar favorito de todos. Los chicos se reunían allí para jugar, hacer picnics y compartir momentos felices.

Al final del día, Sofía y Valentina se sentaron en su banco, mientras los demás jugaban alrededor.

"¿Cómo será nuestras vidas sin Lucia?" - preguntó Sofía.

"Siempre estará aquí, en nuestro corazón, recordándonos que con un deseo sincero podemos hacer magia en el mundo" - contestó Valentina.

Desde entonces, las dos amigas aprendieron que el verdadero poder de la amistad y el trabajo en equipo puede transformar sus sueños en realidad.

FIN.

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