La Nahíara y el Negro



Había una vez, en un colorido pueblo llamado Colorín, dos amigos inseparables: Nahíara, una pequeña niña con una imaginación desbordante y un corazón lleno de bondad, y El Negro, un perrito callejero de pelaje oscuro y brillante. Aunque El Negro no tenía hogar, siempre estaba lleno de energía y aventuras.

Una tarde, mientras exploraban el bosque que rodeaba su pueblo, Nahíara y El Negro encontraron una cueva misteriosa.

"¿Te imaginás qué habrá adentro?" - preguntó Nahíara emocionada.

"¡Vamos a descubrirlo!" - ladró El Negro, moviendo su cola con entusiasmo.

Decidieron entrar, aunque la luz apenas iluminaba el sendero. Dentro, encontraron un mapa antiguo colgado en la pared, que mostraba un tesoro escondido: ¡la Gran Lámpara de Colorín! Era una lámpara mágica que, según las leyendas, iluminaba todo el pueblo con alegría y buena energía.

"¡Tenemos que encontrarla!" - exclamó Nahíara.

Pero de repente, un sorpresivo viento apagó su linterna y el lugar se llenó de sombras.

"Nahíara, tengo miedo..." - ladró El Negro, ocultándose detrás de ella.

"No te preocupes, amigo. Juntos somos más fuertes. Recordá que la bravura viene en el corazón, no en el tamaño." - le dijo con confianza.

Con determinación, siguen el camino del mapa, enfrentando pequeños desafíos que parecían desanimarlos. Primero, tuvieron que cruzar un río lleno de piedras.

"¡No sé si puedo!" - dijo El Negro, mirando el agua.

"¡Sí podés! Solo hay que saltar de piedra en piedra, contá hasta tres y nos acercamos juntos." - le animó Nahíara.

Contaron juntos: 1, 2, 3... ¡y saltaron! Aterrizaron en la última piedra, dándose un fuerte abrazo.

Más adelante, encontraron un árbol gigante que bloqueaba su camino. Nahíara se subió a una rama baja y comenzó a pensar en cómo podrían atravesar.

"¡Ya sé! Yo levantaré la rama con mis manos y vos pasás por debajo." - dijo ella.

El Negro asintió, aunque dudó un momento.

"¿Son lo suficientemente fuertes nuestras dos fuerzas?"

"¡Claro! Nunca estamos solos, siempre nos ayudamos entre los dos." - repitió Nahíara.

Pam, pam... levantó la rama y El Negro corrió por debajo, moviendo su cola como si estuviese volando. Luego, continuaron su travesía.

Finalmente, llegaron a una gran cueva que supieron que era el lugar del tesoro. Al ingresar encontraron una hermosa lámpara dorada, brillante como un sol.

"¡La encontramos!" - gritó Nahíara con alegría.

Con cuidado, la levantó, pero de repente, la lámpara comenzó a brillar intensamente, llenando la cueva de luz mágica. Una voz resonó en el aire:

"¡Felicidades! Son los primeros en descubrirme en cien años. Ustedes han demostrado valentía y amistad. Ahora, llévenme al pueblo y verán la magia que puedo hacer."

Y así, Nahíara y El Negro se dirigieron hacia Colorín, llevando la lámpara. Al llegar, la encendieron en el centro de la plaza.

De pronto, colores vibrantes iluminaron cada rincón del pueblo, y todos los niños comenzaron a bailar y reír, llenos de alegría.

"¡Vimos su luz! ¡Es mágica!" - gritaban los chicos.

"El verdadero tesoro son la valentía y la solidaridad, amigos. Juntos podemos iluminar cualquier sombra." - dijo Nahíara.

Desde ese día, Nahíara y El Negro fueron reconocidos como los héroes de Colorín. La lámpara brilló continuamente, no solo porque era mágica, sino porque representaba la fuerza de la amistad y el amor en la comunidad.

Y así, nunca olvidaron que la verdadera magia se encuentra en los corazones de quienes se apoyan los unos a los otros. Y vivieron muchas más aventuras juntos, siempre iluminando el camino con su amistad.

FIN.

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