La nariz mágica de Doña Rosa


Había una vez una anciana llamada Doña Rosa que vivía en un pequeño pueblo. Ella había sido abandonada cuando era solo una niña y había pasado por muchas dificultades en su vida.

Pero, a pesar de todo, tenía un corazón lleno de amor y alegría. Doña Rosa tenía algo muy especial: una nariz gigante y redonda, tan grande como un globo. Al principio, esto la hacía sentir diferente y triste, pero luego decidió convertirlo en algo positivo.

Descubrió que su nariz podía hacer cosas increíbles. Un día, mientras paseaba por el parque del pueblo, vio a unos niños tristes sentados en un banco. Se acercó con curiosidad y les preguntó qué les pasaba.

"Es que no tenemos juguetes para jugar", dijo uno de los niños con voz triste. Doña Rosa sonrió y dijo: "No se preocupen, tengo algo especial para ustedes".

Y con eso, infló su nariz como si fuera un globo mágico y comenzó a modelar figuras de animales con ella. Los ojos de los niños se iluminaron de alegría al ver cómo Doña Rosa creaba elefantes, leones y jirafas con su peculiar nariz.

Los niños rieron a carcajadas mientras jugaban con las figuras hechas por la bondadosa anciana. A partir de ese día, Doña Rosa visitaba el parque todos los días llevando consigo su nariz mágica.

Los niños del pueblo esperaban ansiosos sus visitas para jugar y reírse juntos. Pero un día llegó una noticia triste al pueblo: el parque iba a ser cerrado y reemplazado por un edificio. Los niños estaban desolados, ya que el parque era su lugar favorito para jugar.

Doña Rosa no podía permitir que eso sucediera. Decidió usar su nariz mágica para hacer algo especial y salvar el parque. Esa noche, infló su nariz más grande de lo normal y voló sobre el pueblo.

Llegó hasta la oficina del alcalde y llamó a su puerta. Cuando el alcalde abrió, se sorprendió al ver una anciana con una nariz gigante frente a él. "Señor alcalde, por favor no cierre el parque", suplicó Doña Rosa con voz temblorosa.

El alcalde estaba confundido pero intrigado. Doña Rosa le contó cómo ella alegraba la vida de los niños con su peculiar nariz en ese parque todos los días. El alcalde escuchó atentamente la historia y finalmente accedió a cambiar sus planes.

Prometió mantener el parque abierto y construir un área de juegos aún mejor para los niños. Desde ese día, Doña Rosa se convirtió en una figura querida en el pueblo.

Todos apreciaban sus esfuerzos por hacer felices a los niños y reconocían la importancia del juego en sus vidas. Doña Rosa siguió visitando el parque cada día, llevando risas y diversión a los pequeños corazones.

Y aunque había sido abandonada cuando era niña, encontró una nueva familia en aquellos niños que amaban su peculiar nariz. Y así fue como una anciana abandonada vivió feliz alegrando a los niños con su peculiar nariz, recordándonos que cada uno de nosotros tiene algo especial para ofrecer al mundo.

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