La nave perdida de los amigos estelares



Había una vez tres amigos llamados Lucas, Martina y Juan, quienes tenían una cabaña en lo alto de un árbol. Un día, mientras estaban jugando en la cabaña, escucharon unos ruidos extraños que venían del exterior.

"¿Escucharon eso?", preguntó Lucas con los ojos bien abiertos. "Sí, suena como si viniera del bosque", respondió Martina intrigada. Los tres se asomaron por la ventana y vieron unas luces brillantes entre los árboles.

Sin dudarlo, decidieron bajar corriendo para investigar qué estaba sucediendo. Al llegar al pie del árbol, descubrieron algo increíble: ¡una nave espacial aterrizada en medio del bosque!"¡Guau! ¡Es una nave espacial!", exclamó Juan emocionado.

Mientras observaban maravillados la nave, vieron a unos seres pequeños y verdes correteando alrededor de ella. Los extraterrestres parecían estar arreglando algo en la nave y no notaron la presencia de los niños. "Debemos acercarnos con cuidado para no asustarlos", susurró Martina.

Los amigos se acercaron lentamente hasta quedar a pocos metros de los extraterrestres. Fue entonces cuando uno de ellos levantó la vista y los vio. Los niños sintieron miedo al principio, pero el extraterrestre les sonrió amigablemente y les hizo señas para que se acercaran.

"Hola, somos Kloploplos del planeta Zorgon. ¿Cómo están ustedes?", dijo el extraterrestre con voz chillona pero simpática. Los niños se miraron sorprendidos y luego respondieron:"¡Hola! Somos Lucas, Martina y Juan.

Estamos muy bien gracias ¿Y ustedes?"Los Kloploplos explicaron que estaban explorando nuevos planetas en busca de formas de vida inteligente y que su nave había tenido un desperfecto técnico que estaban intentando arreglar para continuar su viaje interestelar.

"¿Pueden ayudarnos a encontrar una pieza especial que necesitamos para reparar la nave?", preguntó otro Kloploplo mientras mostraba un extraño dispositivo electrónico. Los niños aceptaron encantados el desafío y se adentraron en el bosque siguiendo las indicaciones de los extraterrestres.

Después de sortear varios obstáculos divertidos e ingeniosos propuestos por los Kloploplos, finalmente encontraron la pieza que necesitaban. Con habilidad y trabajo en equipo lograron instalarla correctamente en la nave espacial.

Los Kloploplos agradecieron efusivamente a los niños por su ayuda e invitaron a Lucas, Martina y Juan a dar un breve paseo por el espacio antes de regresar a casa.

Así fue como los tres amigos vivieron una aventura inolvidable junto a seres de otros mundos, aprendiendo sobre amistad, solidaridad e ingenio en cada paso del camino. Desde ese día, nunca más volvieron a ver ni escuchar nada sobre aquella visita alienígena; sin embargo, guardaron aquel recuerdo como un tesoro preciado entre ellos para siempre.

Y cada vez que miraban al cielo estrellado por las noches desde su cabaña del árbol recordaban con cariño aquella increíble experiencia fuera de este mundo.

FIN.

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