La Naveta Verde


Había una vez en un hermoso pueblo llamado Murcia, un grupo de niños de 4 años que estaban muy emocionados porque iban a realizar una excursión escolar.

El destino era la Naveta, un puerto mágico donde los barcos llegaban y partían hacia lugares maravillosos. Pero algo triste estaba sucediendo en la Naveta. La deforestación había afectado gravemente el puerto, dejando a los barcos sin lugar para atracar y a los animales sin hogar.

Los niños se enteraron de esto y decidieron idear un plan para salvar la Naveta. El día de la excursión finalmente llegó y el grupo de niños, liderado por Tomás, se encontraba frente al puerto.

Lo primero que notaron fue que no había árboles ni plantas alrededor. Todo estaba vacío y triste. - ¡Qué tristeza! - exclamó Sofía con lágrimas en sus ojos. - ¿Cómo podemos ayudar? Tomás pensó por un momento y luego tuvo una gran idea.

- ¡Vamos a plantar árboles! - dijo emocionado -. Si traemos muchos árboles nuevos, podremos devolverle la vida al puerto. Los demás niños asintieron entusiasmados con esta idea y comenzaron a buscar semillas de árboles por todas partes.

Encontraron semillas de manzana, naranja, limón e incluso algunas semillas misteriosas que no sabían qué tipo de árbol crecerían. Con mucho cuidado, cada niño tomó una pequeña pala y comenzó a cavar hoyos en el suelo cerca del puerto.

Luego colocaron las semillas en los hoyos y las cubrieron con tierra. - Ahora, solo tenemos que esperar - dijo Tomás con una sonrisa-. Cuidaremos de estos árboles como si fueran nuestros mejores amigos.

Los días pasaron y los niños visitaban la Naveta todos los días para ver cómo crecían sus árboles. Regaban las plantitas, les hablaban y les cantaban canciones alegres. Poco a poco, el puerto comenzó a llenarse de vida nuevamente.

Un día, mientras los niños estaban admirando su trabajo, un pájaro se posó en uno de los árboles nuevos. Era un pájaro muy especial llamado Juanito que había perdido su hogar debido a la deforestación.

- ¡Muchas gracias por devolverme mi hogar! - dijo Juanito emocionado -. Estoy tan feliz de tener un lugar donde vivir otra vez. Los niños se alegraron al saber que habían ayudado no solo a los barcos sino también a los animales que vivían en la Naveta.

Celebraron con una gran fiesta donde compartieron frutas deliciosas bajo la sombra de sus nuevos árboles. Desde aquel día, la Naveta volvió a ser un puerto hermoso y lleno de vida.

Los barcos llegaban y partían felices, sabiendo que siempre tendrían un lugar para atracar. Y los niños aprendieron una valiosa lección sobre la importancia de cuidar nuestro planeta y protegerlo contra la deforestación. Y así termina nuestra historia queridos niños.

Recuerden siempre ser buenos guardianes de nuestro entorno y nunca subestimar el poder que tienen para hacer cambios positivos en el mundo. ¡Siempre hay algo que pueden hacer para ayudar!

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