La Navidad de Arthur, el Pequeño Duende
En un rincón del mágico taller de Santa Claus, vivía Arthur, un pequeño duende con un gran sueño: ser el mejor ayudante de Santa. Su energía y entusiasmo iluminaban el lugar, pero había un detalle: Arthur era un poco torpe. A menudo metía la pata, pero eso no le quitaba las ganas de aprender.
Una mañana fría de diciembre, Santa Claus reunió a todos los duendes. "Queridos amigos, ¡la Navidad se acerca! Necesitamos maximizar nuestros esfuerzos para preparar los regalos y asegurarnos de que lleguen a todos los niños del mundo"-, anunció con alegría. Todos aplaudieron y se pusieron a trabajar, mientras Arthur se sentía aún más impulsado a demostrar su valía.
Mientras los demás organizaban juguetes y decoraban el taller, Arthur decidió que hoy sería diferente. Quería ayudar en la ensambladura de los nuevos trenes de juguete. Se acercó a un grupo de duendes que ya estaban trabajando. "¡Hola! ¿Puedo ayudarlos con eso?"-
"Mmm, claro, pero tené cuidado, Arthur. Este es un trabajo delicado"-, respondió uno de los duendes con un tono amistoso pero cuidadoso.
Arthur sonrió emocionado. Comenzó a ensamblar los trenes con dedicación, pero, cuando levantó un componente, accidentalmente tiró un montón de piezas al suelo. "¡Oh, no!"-, exclamó avergonzado. Los demás duendes soltaron un suspiro, pero rápidamente lo ayudaron a recoger lo que había caído.
"No te preocupes, Arthur. Todos cometemos errores. La clave está en aprender de ellos"-, le dijo uno de los duendes. Arthur asintió y continuó trabajando con más cuidado, pero las cosas no mejoraron mucho. Sus manos temblaban de ansiedad.
Finalmente, un día, Santa se acercó a Arthur. "Me gusta cómo te esfuerzas, chiquitín. Pero veo que te frustrás un poco. ¿Por qué no intentás a hacer algo que se adapte más a tus habilidades?"-
Arthur se sintió un poco desanimado. "Quiero ser el mejor ayudante, Santa, pero no soy bueno en armar juguetes"-, admitió con la cabeza gacha.
Santa sonrió con comprensión. "A veces, lo que necesitamos no es ser el mejor en algo, sino encontrar lo que realmente amamos hacer. ¿Qué te gusta realmente?"-
Pensando en ello, Arthur recordó lo mucho que disfrutaba ser creativo y hacer adornos para el árbol de Navidad. "Me encanta hacer decoraciones, Santa. Hago unos copos de nieve muy bonitos!"-
"¡Entonces eso es lo que deberías hacer! La Navidad se trata de compartir alegría y creatividad. Ve y pon todo tu esfuerzo en eso"-, le animó Santa con una gran sonrisa.
Arthur sintió una chispa de emoción. Se dirigió a la sección de adornos y comenzó a crear copos de nieve hermosos. Su creatividad se desbordaba. Mientras armaba cada adorno, los otros duendes se detuvieron a mirar y pronto comenzaron a unirse. "¡Esto es genial!"-, exclamaron. "¡Arthur, tu trabajo es inspirador!"-
El taller se llenó de risas y camaradería mientras todos ayudaban a crear adornos mágicos. Arthur fue elogiado por su habilidad y cada copo de nieve que creó hacía que la Navidad se sintiera más especial.
Llegó el día de la entrega de regalos. Todos estaban listos, llenos de alegría y de energía. Santa se acercó a Arthur y le dio un fuerte abrazo. "Gracias a vos, el taller brilla con los copos de nieve más hermosos. ¿Ves? Tu esfuerzo y creatividad han hecho la diferencia"-
Arthur sonrió, le había costado encontrar su camino, pero al final, había logrado ser el mejor ayudante de Santa en lo que realmente le apasionaba: ¡encantar a la gente con su creatividad!
Y así, en cada Navidad, Arthur se convirtió en el encargado de las decoraciones del taller, recordando siempre que cada sueño puede hacerse realidad si uno encuentra su verdadera pasión y no teme trabajar duro por ella.
FIN.