La Navidad de Emilio
Era un fresco diciembre en el barrio de Emilio. Las luces adornaban cada rincón, y los aromas de las galletitas recién horneadas se mezclaban con el sonido de villancicos que provenía de su casa. A pesar de este ambiente festivo, Emilio estaba sentado en su habitación, mirando por la ventana con desánimo. No entendía por qué todo el mundo estaba tan emocionado con la Navidad.
Su abuela, Doña Clara, lo vio desde la sala y decidió que era hora de tener una charla especial.
"Emilio, ¿por qué estás tan triste?" - preguntó ella al entrar con una bandeja de galletas.
"No entiendo por qué es tan importante la Navidad. Para mí, es solo un montón de luces y comida" - respondió Emilio, mirando hacia abajo.
"Oh, querido, la Navidad es mucho más que eso. Es una época para compartir y recordar lo valioso que es tener a la familia cerca" - explicó Doña Clara mientras se sentaba junto a él.
Emilio elevó la mirada, intrigado.
"Pero ¿por qué?" - cuestionó, llevándose una galleta a la boca.
"Te lo voy a contar de una manera divertida. Vamos a hacer un pequeño viaje al pasado, ¿te parece?" - sugirió Doña Clara.
Con un guiño de su abuela, un brillo mágico iluminó la habitación, y de repente, Emilio se encontró en el salón de su abuela hace muchos años.
"¡Mirá!" - exclamó Doña Clara, señalando una vieja foto en la pared donde había un grupo de familiares riendo y abrazándose.
"¿Quiénes son?" - preguntó Emilio, con curiosidad.
"Son todos los que venían a celebrar la Navidad en casa. Cada uno trae su propia historia y alegría. Cada Navidad es como un nuevo capítulo en nuestras vidas" - dijo ella.
Emilio observó con atención cómo en la imagen, la abuela joven estaba rodeada de tíos, primos y amigos. De repente, vio una sombra conocida entre la multitud, era él mismo, de niño.
"¡Ese soy yo!" - gritó sorprendido.
"Sí, y esa risa llena de felicidad que tenías, es lo que hace especial la Navidad" - le recordó su abuela.
Emilio sonrió, pero aún tenía dudas.
"Pero ahora no tengo el mismo entusiasmo. Todo parece diferente" - se lamentó.
"Claro que sí, porque creciste. Pero la Navidad sigue siendo la misma. Solo hay que encontrar lo que te emocione de nuevo. ¿Qué pasaría si en lugar de solo pensar en los regalos y la comida, te enfocás en las personas que amás?" - sugirió Doña Clara.
En ese momento, comenzó a escuchar risas y música vibrante. La abuela lo llevó hacia el patio donde la familia de Emilio estaba organizando una fiesta sorpresa de Navidad. Todos estaban colaborando, colgando adornos y preparando la cena juntos.
"Mirá lo que hacen tus tíos y primos. Están creando nuevos recuerdos juntos" - señaló Doña Clara.
Emilio sintió una alegría crecer en su interior.
"¿Puedo ayudar?" - preguntó con energía.
"¡Claro que sí! Tu tarea es asegurarte de que cada adorno esté colgado de forma perfecta!" - le dijo su abuela riendo.
En un instante, Emilio estaba en la acción, corriendo de un lado a otro, ayudando y sonriendo. Aprendió sobre la importancia de la colaboración, la risa y los pequeños momentos que construyen recuerdos en el tiempo.
Días después, mientras todos se sentaban para una cena festiva, Emilio miró a su alrededor. Amaba a su familia, y cada cara era un recordatorio de por qué la Navidad era tan especial. Se unió a la charla, contando historias y riendo con todos.
"¡Este año la Navidad fue increíble!" - exclamó emocionado.
"Y lo será aún más el próximo año, si seguimos celebrando juntos" - dijo su abuela con una sonrisa satisfecha.
Cuando el reloj marcó la medianoche y todos alzaron sus copas de sidra, Emilio se sintió pleno y agradecido.
"¡Feliz Navidad!", gritó, y todos lo siguieron.
La magia de la Navidad estaba de vuelta en su corazón, y todo gracias a la sabiduría de su abuela.
A partir de ese día, Emilio entendió que la Navidad significaba mucho más que luces y comida. Era un tiempo de estar juntos, compartir historias, crear nuevas tradiciones y aprender el valor inestimable de la familia. Y así, cada año, esperó con ansias la llegada de la Navidad para ser parte de algo muy querido.
FIN.