La Navidad de Himari
Himari era una niña japonesa muy alegre y curiosa. Como todos los días, comenzaba su día poniéndose el uniforme escolar y desayunando junto a su mamá.
Pero hoy era un día especial, ¡era Navidad!"- Mamá, ¿crees que Papá pueda llegar temprano hoy?", preguntó Himari emocionada. Su mamá sonrió y le acarició la cabeza. "- Estoy segura de que hará lo posible para estar aquí antes de la cena navideña".
Himari se llenó de esperanza mientras imaginaba cómo sería celebrar esta fecha tan especial con toda su familia reunida. Pasaron las horas y finalmente llegó la tarde.
"- Himari, ya es hora de ir al centro comercial a ver las luces navideñas", llamó su mamá desde la puerta. Himari saltó de alegría y rápidamente se puso sus zapatos. Juntas caminaron hacia el mall más cercano, donde grandes árboles decorados con luces brillantes les daban la bienvenida.
"- ¡Mamá, mira todas esas luces! Son tan hermosas", exclamó Himari maravillada. Disfrutaron del espectacular show de luces durante un rato hasta que sus estómagos empezaron a rugir. Decidieron buscar un lugar para cenar algo rico en el patio de comidas del mall.
"- ¿Qué te parece si comemos pollo frito? Es uno de tus platos favoritos", sugirió su mamá. Los ojos de Himari se iluminaron aún más ante esa idea.
Comieron el delicioso pollo frito mientras charlaban sobre cómo había sido su año y qué esperaban para el próximo. "- ¡Mamá, ya estoy llena! Ahora quiero comer pastel de fresa", dijo Himari con una sonrisa traviesa en su rostro. Su mamá rió y asintió. "- Está bien, pero solo un pedacito".
Juntas buscaron una pastelería y compraron un trozo de pastel de fresa. Himari saboreó cada bocado mientras pensaba en lo afortunada que era por tener a su mamá a su lado en ese momento tan especial.
Cuando regresaron a casa, la emoción aumentaba aún más. Himari se puso sus pijamas navideñas y se sentó al lado del árbol de Navidad, esperando ansiosamente la llegada de su papá. Pasaron los minutos y finalmente escucharon la puerta abrirse.
Era Papá, quien llegaba con una enorme sonrisa en el rostro. "- ¡Papá! ¡Estás aquí!", exclamó Himari emocionada mientras corría hacia él para abrazarlo fuerte.
Los tres se sentaron juntos alrededor del árbol y comenzaron a abrir los regalos que habían dejado Santa Claus. Cada uno recibió algo especial que había deseado durante todo el año. Himari miró a sus padres con lágrimas de felicidad en los ojos. "- Gracias por este hermoso día, mamá y papá. Los amo mucho".
Sus padres la abrazaron con ternura y le dijeron cuánto la amaban también. Juntos compartieron risas, abrazos y momentos inolvidables hasta tarde en la noche.
Esa Navidad, Himari aprendió que lo más importante no eran los regalos materiales, sino el amor y la unión familiar. Aprendió a valorar cada momento especial junto a sus seres queridos y a ser agradecida por todo lo que tenía.
Desde aquel día, Himari celebraría cada Navidad con la misma alegría y gratitud en su corazón, recordando siempre el verdadero significado de esta hermosa festividad. Y así, año tras año, seguiría compartiendo momentos felices al lado de su amada familia.
FIN.