La Navidad de Jou y Carl



Era una mágica noche de Navidad en el pequeño pueblo de Florcita. Las luces brillaban en cada ventana, y el aroma de galletas recién horneadas llenaba el aire. Jou y Carl, dos mejores amigas inseparables, estaban emocionadas por la llegada de Santa.

"¡No puedo esperar a abrir los regalos!" -dijo Jou, saltando de la emoción.

"Sí, y también a decorar la casa con guirnaldas. ¡Es lo más divertido!" -replicó Carl con una sonrisa.

Las dos estaban en la sala, rodeadas de adornos y la calidez de la Navidad. Mientras estaban ocupadas colocando una estrella en la cima del árbol, de repente, un resplandor verde iluminó la habitación.

"¿Viste eso?" -preguntó Carl, asombrada.

"Sí, parece que viene de la ventana" -respondió Jou, acercándose curiosa.

De pronto, un pequeño duende apareció en su jardín. Tenía orejas puntiagudas y una sonrisa juguetona.

"¡Hola, chicas! Soy Tico, el duende de la Navidad, y he venido a llevarlas a un lugar mágico donde se hacen los juguetes," -dijo, haciendo una pequeña reverencia.

"¿De verdad?" -exclamó Jou, sus ojos brillando de asombro.

Sin pensarlo, Jou y Carl tomaron de la mano al duende, y en un abrir y cerrar de ojos se encontraron en un bosque iluminado por luces y decoraciones navideñas.

"¡Bienvenidas a la fábrica de juguetes!" -anunció Tico, mientras las guiaba por un camino cubierto de nieve.

Ante sus ojos se extendía un enorme taller lleno de elfos trabajando con alegría, fabricando juguetes de todo tipo: muñecas, trenes y pelotas de colores.

"Mirá, Carl, ¡esa muñeca se mueve!" -Jou apuntó, fascinada.

Un elfo llamado Pepito se acercó y las saludó.

"Hola, chicas, bienvenidas a nuestro taller. ¿Quieren ayudarnos a hacer algunos juguetes?" -dijo mientras sostenía una muñeca de trapo.

"¡Sí!" -respondieron a coro.

Mientras trabajaban, Jou y Carl se dieron cuenta de que cada juguete tenía una historia especial. Cada uno llevaba cariño y esfuerzo, y entendieron lo importante que era hacer un regalo significativo.

"Esto es mucho más divertido que solo abrir regalos" -dijo Carl, metiendo cuidadosamente el relleno de una muñeca.

"Sí, el trabajo en equipo hace que todo sea mejor" -agregó Jou, sonriendo.

Después de un rato, Tico las llamó.

"Chicas, es hora de mostrarles algo especial. Vengan conmigo" -dijo, llevándolas a una sala llena de juguetes ya listos.

Mientas pasaban, Jou se detuvo, atónita, por un enorme tren de madera que brillaba en la luz de la sala.

"¿Podemos jugar un rato?" -preguntó emocionada.

"Claro, pero hay algo que deben saber" -dijo Tico, seriamente. "No sólo los juguetes son importantes. Lo más valioso es el amor y la amistad que compartimos. ¿Qué prefieren: el tren o hacer más juguetes juntos?"

Jou y Carl se miraron y sonrieron.

"¡Hacer más juguetes!" -dijeron al unísono.

Así que decidieron seguir creando, disfrutando de la compañía el uno del otro y de los elfos.

Cuando el reloj sonó, Tico les explicó que era hora de regresar. Las chicas estaban un poco tristes, pero sabían que habían aprendido algo muy valioso.

"Gracias por visitarnos, chicas. Siempre recuerden, la verdadera magia de la Navidad está en compartir y ayudar a los demás," -dijo Tico mientras las llevaba de regreso a casa.

Al llegar, Jou y Carl se abrazaron con fuerza.

"Nunca olvidaré esta noche" -dijo Jou. "Yo tampoco" -respondió Carl, llena de alegría.

Entonces, al mirar a su alrededor, vieron los regalos bajo el árbol. Cuando los abrieron, encontraron algo especial: marionetas de muñecos creadas por ellas en la fábrica de juguetes.

"¡Mirá, estas las hicimos nosotras!" -gritó Carl, emocionada.

"¡Increíble!" -respondió Jou.

Aprovecharon la oportunidad para jugar juntas, recordando todo lo que habían aprendido en la noche mágica. Desde ese día, no sólo celebraban Navidad, sino que también compartían su alegría y ayudaban a los demás a través de pequeños gestos.

Así terminó la maravillosa Navidad de Jou y Carl, llena de amor, amistad y, por sobre todo, la magia que trae el dar sin esperar nada a cambio.

FIN.

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