La Navidad de Juanito y el Verdadero Regalo
Era Nochebuena en el pequeño pueblo de Villa Esperanza, un lugar donde la nieve cubría los techos de las casas como una suave almohada. Todos estaban listos para celebrar la Navidad, pero nadie estaba tan emocionado como Juanito, un niño de diez años que llevaba semanas imaginando los regalos que encontraría bajo el árbol.
Juanito no podía dormir. Miraba el reloj y cuenta regresiva empezaba a atormentarlo: "Falta poco, falta poco", se repetía. La casa estaba en silencio, excepto por el ligero crujido de la madera al moverse. Finalmente, a las doce de la noche, la familia de Juanito se reunió alrededor del árbol.
"¡Qué alegría, ya llegó la Navidad!" exclamó su mamá con una gran sonrisa.
"¡Miren todos los regalos!" grito Juanito, casi sin poder contener su emoción. Había cajas de todos tamaños, decoradas con cintas de colores.
"¿Puedo abrir uno primero?" preguntó Juanito.
"Primero debemos cantar villancicos y disfrutar un poco juntos", respondió su papá. "La Navidad no es solo acerca de los regalos, hijo. También es sobre compartir momentos con la familia".
Aun así, la tentación era fuerte, y Juanito trató de concentrarse en las canciones y no en la montaña de regalos frente a él. Sin embargo, no podía dejar de pensar en lo que podría haber adentro.
"Por favor, papá, solo uno" insistió, mientras daba saltitos de impaciencia.
"Bueno, está bien. Abramos uno", dijo su madre, viendo que Juanito ya no podía contenerse. Juanito eligió el más grande. Con manos temblorosas, rasgó el papel de regalo. Cuando abrió la caja, su cara se transformó de alegría a confusión. Dentro había un gran puzzle de mil piezas.
"¡¿Un rompecabezas? !" gritó Juanito. "Yo quería un videojuego..."
"Recuerda, hijo, que la Navidad también es aprender y disfrutar de nuevas cosas. Tal vez este rompecabezas puede llevarnos a pasar tiempo juntos«, explicó su padre.
Juanito se sintió decepcionado. Sin embargo, a medida que pasaban los días, comenzó a armar el rompecabezas. Se dio cuenta de que cada pieza que unía era un nuevo momento compartido con su familia. Su mamá le contaba historias de su infancia, y su papá le enseñaba a mirar más allá de lo material.
Un día, mientras armaban el rompecabezas, Juanito mencionó: "Tal vez no necesito un videojuego. Este rompecabezas ha sido divertido y me gusta hacerlo con ustedes".
"¿Ves? La Navidad no es solo recibir, es también disfrutar del tiempo juntos y crear recuerdos", respondió su mamá con una sonrisa.
Finalmente, terminaron el rompecabezas, y al mirarlo, Juanito se dio cuenta de que lo que había construido era más que una simple imagen; era un símbolo del amor y la felicidad de su familia.
El corazón de Juanito se llenó de contento, y comprendió que ese sencillo rompecabezas había sido, en efecto, el mejor regalo de Navidad que podría haber recibido. Desde entonces, cada año se prometió no solo disfrutar de los regalos, sino también de los momentos y las tradiciones familiares que hacían de la Navidad algo verdaderamente especial.
Así, Juanito aprendió que los regalos pueden ser muchos, pero el amor y los momentos compartidos son, sin duda, el verdadero espíritu de la Navidad.
FIN.