La Navidad de la Amistad
Era una mañana brillante en el bosque de los Susurros. Los animales se preparaban para celebrar la Navidad, un momento especial donde la amistad era más importante que nunca. Cada año, organizaban una gran fiesta y este, sin duda, sería uno de los mejores. El líder del bosque, Don Búho, había convocado a todos para planear la celebración.
"¡Queridos amigos! Este año haremos algo diferente. Quiero que cada uno aporte algo especial para la fiesta. No solo comida y bebida, sino también un acto de amistad. Algo que muestre cuánto nos cuidamos unos a otros", dijo Don Búho con voz sabia.
Los animales comenzaron a murmurar llenos de emoción. La pequeña Ardillita, siempre inquieta, saltó hacia el centro de la reunión.
"¡Yo haré un juego de carreras con obstáculos! ¡Será divertido y todos podrán participar!", exclamó, moviendo su colita con entusiasmo.
El Zorro, conocido por su astucia, levantó la pata y dijo:
"Yo puedo hacer un concurso de cuentos, donde cada uno cuente su historia más divertida. ¡Así todos nos reiremos juntos!"
Así, cada animal comenzó a proponer algo especial. La Tortuga, aunque un poco tímida, alzó su voz:
"Yo puedo hacer una limonada deliciosa, perfecta para refrescarnos en esta calurosa Navidad".
Al lado de ella, los pájaros empezaron a cantar y uno de ellos, el Canario, sugirió:
"Podemos hacer un hermoso coro. ¡Haremos música que iluminará el bosque!"
Todos estaban de acuerdo y llenos de entusiasmo, cada uno se fue a casa para preparar lo que había prometido. Sin embargo, un pequeño problema surgió cuando la Ardillita se dio cuenta de que su familia no podría venir a la celebración. Sintió un nudo en la pancita y decidió no decirle a nadie, aunque le costaba un poco contener las lágrimas.
Esa misma noche, mientras los otros animales ensayaban sus actividades, la Ardillita decidió esconderse un poco lejos y no participar. Pero algo inesperado sucedió. Al día siguiente, cuando todos estaban decorando el lugar de la fiesta, Don Búho se dio cuenta de que faltaba la Ardillita.
"¿Alguien ha visto a nuestra amiga la Ardillita?", preguntó preocupado.
"No la he visto desde anoche. Quizás está triste porque su familia no puede venir", murmuró el Zorro.
"¡Debemos encontrarla! La Navidad es una celebración de todos, y no debe faltar nadie", dijo el Canario mientras volaba de un lado al otro.
Los animales empezaron a buscarla por todo el bosque. Finalmente, Don Búho la encontró sentada sola en una rama de un árbol, mirando hacia abajo con tristeza.
"Ardillita, ¿qué te pasa? Te estamos buscando", le preguntó con ternura.
La Ardillita, aún con lágrimas en los ojos, respondió:
"No tengo a mi familia aquí, y pensé que no podría disfrutar la Navidad sin ellos".
Don Búho la miró con mucha compasión y le dijo:
"Pero Ardillita, tienes una familia aquí en el bosque. Todos nosotros somos tus amigos y estamos listos para celebrar contigo. ¡La verdadera amistad no se mide por la cantidad de familiares, sino por el amor que compartimos!".
Ardillita sintió que su corazón se iluminaba. Agradecida, volvió al lugar de la fiesta con Don Búho. Los demás animales la recibieron con abrazos y sonrisas.
"¡Estamos tan felices de que estés aquí!", exclamó el Zorro.
"¡Haremos la mejor fiesta de Navidad, juntos!", añadió el Canario.
La fiesta fue un éxito. Ardillita organizó su juego de carreras, todos contaron cuentos y cantaron juntos en el coro. La tortuga sirvió su deliciosa limonada y todos disfrutaron de la comida y la compañía.
Cuando llegó la noche, el bosque se llenó de luces y risas. La Ardillita comprendió que la amistad era un regalo invaluable que hacía que su Navidad fuera más especial que cualquier otra cosa.
"Gracias, amigos. ¡Esta es la mejor Navidad de todas!", dijo con una gran sonrisa.
Y así, bajo las estrellas brillantes, los animales celebraron una Navidad en la que los lazos de amistad fueron más fuertes que nunca, recordando siempre que la verdadera alegría se encuentra en compartir y cuidar de los demás.
A partir de ese día, Ardillita no sólo celebró la Navidad con su familia de sangre, sino también con la familia de amigos que había forjado en el bosque. Y cada año, se aseguraron de que cada ser del bosque fuera parte de la celebración, compartiendo amor, diversión y, principalmente, amistad.
FIN.