La Navidad de la generosidad



Había una vez una familia muy especial que vivía en Huancayo. Mamá Tatiana, papá Víctor y sus dos hijos, Iker y Ethan, siempre estaban dispuestos a ayudar a los demás.

Eran personas solidarias y generosas que creían en el valor de compartir. Un día decidieron salir de paseo a Yanacancha, un pequeño pueblito ubicado en las afueras de la ciudad. Estaban emocionados por conocer nuevos lugares y disfrutar del hermoso paisaje que ofrecía el camino.

Mientras conducían por la carretera, algo llamó la atención de Ethan. Desde la ventanilla del auto vio a varios niños trabajando en los campos cercanos sin tener ningún regalo para Navidad.

Esto le entristeció mucho, ya que él sabía lo emocionante que era recibir un presente durante esa época del año. "Papá, mamá", dijo Ethan con voz preocupada, "¿por qué esos niños no tienen regalos? ¿No es Navidad?".

Tatiana y Víctor se miraron entre sí con tristeza al ver cómo su hijo mayor se preocupaba por aquellos niños desfavorecidos. "Ethan tiene razón", dijo Tatiana. "La Navidad es una época para compartir amor y alegría. No podemos quedarnos indiferentes ante esta situación".

Decidieron hacer una parada en Yanacancha para comprar algunos juguetes y dulces para los niños trabajadores. Iker estaba emocionado porque tendría la oportunidad de compartir con otros niños como él. Al llegar al pueblito, se encontraron con Juanito, un niño huérfano que también trabajaba allí.

Tenía la misma edad que Ethan y se convirtió en su amigo al instante. "Hola, Juanito", saludó Ethan con una sonrisa. "Traemos regalos para los niños que están trabajando aquí".

Juanito miró a Ethan con incredulidad y dijo: "¡Eso es maravilloso! Nunca antes alguien nos ha dado regalos en Navidad". La familia decidió organizar una pequeña fiesta sorpresa para los niños trabajadores. Prepararon un lugar especial con globos, luces de colores y música navideña.

Los niños no podían creer lo que veían, estaban emocionados por tener una celebración propia. Los ojos de Iker brillaban de felicidad cuando repartía los juguetes entre sus nuevos amigos.

Ethan compartió dulces y risas con Juanito, mientras Mamá Tatiana y Papá Víctor observaban orgullosos el impacto positivo que estaban generando en la vida de esos niños. Al finalizar la fiesta, todos se reunieron en un círculo para dar gracias por el hermoso gesto de compartir.

Los niños agradecieron a la familia por haberles brindado alegría en esa Navidad tan especial. En ese momento, Ethan entendió algo muy importante: no importaba cuántos regalos recibiera él mismo durante las fiestas; lo más valioso era poder hacer feliz a alguien más.

Desde aquel día, la familia siempre dedicó tiempo para ayudar a quienes más lo necesitaban. Aprendieron que el verdadero espíritu navideño radica en compartir amor y alegría con los demás.

Y así fue como Mamá Tatiana, Papá Víctor, Iker y Ethan vivieron una Navidad inolvidable, donde el valor de compartir se convirtió en su mejor regalo.

FIN.

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