La Navidad de Lia
Era un cálido diciembre en una pequeña ciudad argentina, y Lia, una niña de 4 años, no podía contener su emoción. La Navidad estaba por llegar, y ella amaba a su familia, amigos y compañeros de clase. Cada año, Lia hacía todo lo posible para compartir su alegría en esta época especial.
Lia se despertó una mañana y decidió que quería hacer algo especial por todos los que amaba. "-¡Mamá! ¡Quiero hacer galletitas para Navidad!" exclamó emocionada.
Su mamá sonrió y respondió, "-¡Eso suena genial, Lia! ¿Qué te parece si invitamos a tus amigos a hacerlas juntos?"-¡Sí! ¡Eso será muy divertido!" gritó Lia.
Así que Lia y su mamá organizaron una tarde de galletitas en su casa. Invitaron a todos sus amigos de la escuela y a algunos primos. Cuando llegaron, Lia estaba radiante. Empezaron a mezclar la harina, el azúcar y la manteca, llenando la cocina de risas y momentos inolvidables.
"-¿Cuántas galletitas vamos a hacer, Lia?"-¡Muchísimas! ¡Queremos compartirlas con todos! -
Entre risas y harina volando por todas partes, los niños creados formas divertidas con la masa. Crearon estrellas, árboles de Navidad y hasta algunos animales. Justo cuando estaban por hornear las galletas, sonó el timbre de la puerta. Era Pablo, el nuevo compañero de clase de Lia, que se había mudado hace poco.
"-Hola, Lia. No sabía que hacías galletitas. ¿Puedo entrar?" preguntó tímidamente.
"-¡Claro que sí, Pablo! Ven a hacer galletitas con nosotros." lo invitó Lia con una amplia sonrisa. Los ojos de Pablo brillaron de emoción y se unió rápidamente a los demás.
Mientras estaban perdidos en su diversión, Lia se dio cuenta de que Pablo no reía tanto como los otros. A veces, se quedaba un poco aparte, mirando cómo se hacían las galletas. Así que, en un momento, Lia decidió acercarse a él.
"-¿Te gustaría hacer un muñeco de jengibre conmigo? Es muy divertido." preguntó Lia.
"-Nunca he hecho uno... No sé si se me da bien." respondió Pablo.
"-¡No te preocupes! Yo te ayudo." dijo Lia con confianza. Juntos comenzaron a hacer el muñeco, y lentamente, Pablo comenzó a reírse más y a disfrutar de la actividad.
Después de un rato, el aroma de las galletitas recién horneadas llenó la cocina. Todos se sentaron a probar las creaciones decoradas, y Lia sonrió al ver lo feliz que estaba su nuevo amigo. Justo en ese momento, la madre de Pablo entró a buscarlo.
"-Hola, Lia, gracias por invitar a Pablo. Lo veo mucho más alegre." dijo la mamá de Pablo.
"-¡Gracias a ustedes por venir! ¡La Navidad es para compartir!" contestó Lia, sonriendo aún más.
Unos días después, Lia tuvo una idea aún más grande. "-Mamá, ¿podemos hacer un regalo sorpresa para todos? ¡Quisiera darles amor a todos mis amigos y familiares en esta Navidad!" propuso.
"-Es un gran plan, Lia. Pero, ¿cómo se te ocurre hacerlo?" le preguntó su mamá, intrigada.
"-Podemos hacer tarjetas de Navidad las cuales podemos decorar y luego llenarlas de mensajes bonitos." sugirió Lia.
Y así, ambas comenzaron a trabajar en las tarjetas. Cuando terminaron, Lia se llenó de alegría al pensar en todas las sonrisas que podrían poner en los rostros de sus seres queridos. Así que, con ayuda de su mamá, comenzando desde la mañana, empezaron a visitar a sus amigos y familiares, entregando las tarjetas llenas de amor.
"-¡Feliz Navidad! ¡Esto es para vos!" decía Lia mientras entregaba cada tarjeta, y cada vez que veía una sonrisa en el rostro del otro, su corazón rebosaba de alegría.
Al llegar la Nochebuena, Lia, cansada pero feliz, se sentó en el regazo de su mamá. "-Mamá, ¿viste cómo todos sonrieron? Fue la mejor Navidad."
"-Lo vi, Lia, y todo gracias a tu gran corazón. Compartir amor y alegría es el verdadero significado de la Navidad." respondió su mamá, dándole un abrazo fuerte.
Así, Lia aprendió que la Navidad no es solo recibir, sino también dar. Y con su dulce corazón, había creado momentos para recordar. En su pequeño mundo, por su gran amor, había iluminado la Navidad de todos a su alrededor, demostrando que la mejor forma de celebrar es compartiendo alegría con los demás.
FIN.