La Navidad de los Animales Felices
En el bosque encantado de Felicia, todos los animales esperaban con ansias la llegada de la Navidad. Era un momento mágico lleno de risas, juegos y, sobre todo, de compartir. Sin embargo, este año, algo se sentía diferente.
El bosque estaba más callado de lo habitual. Los pájaros no cantaban con su alegría habitual, y las ardillas parecían tristes. La astuta liebre Lía, siempre curiosa, decidió investigar qué pasaba.
"¿Por qué están tan callados, amigos?"- preguntó mientras daba saltitos por el sendero.
El búho Eduardo, el más sabio de todos, le respondió:"Este año, parece que no habrá fiesta de Navidad. No hemos encontrado los adornos para decorar el gran árbol del bosque. Sin ellos, la Navidad no será la misma".
Lía sintió una punzada de tristeza. No podía dejar que sus amigos se quedaran sin la alegría de la Navidad. Decidió hacer algo al respecto. Reunió a todos los animales y propuso un plan.
"Vamos a buscar adornos juntos. Seguro que podemos encontrar cosas hermosas en el bosque que podemos usar para decorar el árbol"- dijo Lía emocionada. Todos se animaron. La idea de colaborar les llenaba de energía.
Esa misma tarde, el grupo se diseminó por todo el bosque. Los pájaros comenzaron a recolectar plumas brillantes, las ardillas buscaron piñas y cáscaras de nueces. El castor Beto, ingenioso como siempre, decidió hacer pequeñas figuras de madera.
"Mirá lo que encontré!"- gritó el ave colorida, mientras volaba bajo con una pluma dorada en el pico.
"Y yo traje estas bellas piñas que brillan al sol!"- añadió la ardilla Clara.
Mientras los animales recolectaban, el río también se unió a la fiesta. El agua al pasar por las piedras creaba burbujas brillantes que parecían joyas.
Después de unas horas de recolección, regresaron al gran árbol del bosque. Cuando comenzaron a adornarlo, Lía se dio cuenta de que cada uno había traído algo único.
"Miren qué hermoso es! Cada elemento trae consigo un poco de cada uno de nosotros"- dijo Lía al ver cómo brillaba el árbol.
Sin embargo, justo cuando estaban terminando, ¡un fuerte viento sopló y voló el gorro de Navidad de Lía!"¡Nooo!"- gritó Lía mientras corría tras él. El gorro aterrizó cerca de una colina y, al llegar, la liebre descubrió un grupo de animales que nunca antes había visto. Eran zorros, ciervos y hasta un par de osos.
"¿Qué hacen aquí?"- preguntó Lía, sorprendida.
Los nuevos amigos respondieron:"Nos enteramos de que en el bosque de Felicia hay una celebración de Navidad y queríamos venir. Pero no teníamos adornos".
Lía, pensando rápidamente, invitó a los animales a colaborar con ellos.
"¡Claro, vengan! Estamos preparando una Navidad especial. Pueden traer lo que quieran. ¡Cuanto más seamos, más diversión habrá!"- exclamó Lía.
Los nuevos amigos se unieron al grupo y empezaron a buscar adornos en su parte del bosque. Mientras el sol se ponía lentamente, el ambiente se llenó de risas y música.
Finalmente, cuando la luna brilló en el cielo, el árbol estaba más hermoso que nunca. Todos los animales de Felicia y sus nuevos amigos se reunieron alrededor y comenzaron a celebrar.
"¡Feliz Navidad!"- gritaron juntos.
"¡Y feliz de estar juntos!"- añadió Lía, radiante de felicidad.
Desde ese día, la Navidad en el bosque de Felicia se convirtió en una tradición donde todos los animales, viejos y nuevos, se reunían para compartir, crear y celebrar la amistad. Y así, aprendieron que la verdadera alegría de Navidad estaba en compartir momentos felices junto a los seres que amaban, decorando no solo el árbol, sino también sus corazones.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.