La Navidad de los Cocodrilos
Era una hermosa mañana de diciembre en el río Verde, donde vivían un grupo de cocodrilos. Se acercaba la Navidad, y aunque a los cocodrilos no les importaba mucho, un pequeño cocodrilo llamado Nico sentía algo especial en el aire.
Nico, con su piel verde brillante y sus grandes ojos curiosos, nadaba emocionado por el río. Cada día miraba cómo los animales de la selva se preparaban para la fiesta. Un día, se encontró con su amiga la iguana, Lila, quien estaba decorando un árbol con hojas y flores silvestres.
"¡Hola, Lila! ¿Qué estás haciendo?" - preguntó Nico.
"¡Hola, Nico! Estoy preparando el árbol de Navidad. Es una gran celebración para todos nostros. ¡Ven, ayúdame!" - respondió Lila.
Nico miró el árbol y se sintió un poco triste.
"Pero Lila, ¿nosotros los cocodrilos podemos participar?" - preguntó, con la voz un poco temblorosa.
"¡Por supuesto! La Navidad es para todos. ¡Incluso los cocodrilos!" - exclamó Lila con entusiasmo.
Con cada rama que colocaban, Nico se sentía más emocionado. Pero cuando Lila empezó a cantar villancicos, el pequeño cocodrilo se detuvo.
"¿Puedo cantar también?" - preguntó nervioso.
"¡Claro! Todos pueden sumar su voz. Ven, canta conmigo!" - animó Lila.
Así, Nico decidió intentarlo. Aunque su canto era un poco ronco, lo hacía con alegría, y pronto se unieron otros animales a su alrededor, riendo y aplaudiendo.
A medida que pasaban los días, Nico se dio cuenta de que quería hacer algo más especial para la celebración. Fue entonces que tuvo una idea brillante. Se acercó a sus amigos.
"¿Qué pasaría si hacemos un gran regalo de Navidad para todos los animales del bosque?" - propuso.
Los demás animales comenzaron a murmurar.
"¿Regalos? Pero somos cocodrilos, no sabemos hacer cosas como las aves o los monos." - dijo un viejo cocodrilo llamado Rocco.
"No importa, ¡podemos intentar!" - alentó Nico, inspirado.
Motivados por la idea, todos los animales decidieron colaborar. Los pájaros recolectaron semillas, los monos recogieron frutas, las mariposas tejieron cintas de colores y los ciervos aportaron bellotas. Nico, junto a su grupo de cocodrilos, se encargó de la logística, asegurándose de que cada uno tuviera su carga.
El día de la celebración, el claro del bosque estaba lleno de risas y alegría. Todos se reunieron alrededor del gran árbol de Lila, que brillaba con lo que habían logrado. Sin embargo, justo antes de que empezaran a cantar, un ruido raro rompió la calma. Era un grupo de hienas que miraban curiosas.
"¿Qué hacen aquí, animales del bosque?" - preguntó una de las hienas, con una sonrisa burlona.
"Estamos celebrando la Navidad y compartiendo regalos!" - dijo Lila, tratando de no asustarse.
"¿Y qué hay para nosotros?" - continuó la hiena, despectiva.
Nico sintió que su corazón se encogía, pero decidió que no podían perder la oportunidad de compartir su alegría.
"¡Claro! Hay suficiente para todos! ¡Únete a nosotros!" - dijo Nico valientemente, adelantándose.
"¡Bah! ¿De verdad?" - se rió la hiena, sorprendida.
Los otros animales lo miraron nerviosos, pero Nico sonrió y dijo:
"La alegría de la Navidad se comparte. Vení, traé a tus amigos. Todos están invitados. ¡Más somos, más disfrutamos!"
Las hienas, sorprendidas por la invitación, miraron a sus compañeras y decidieron unirse. Entonces, todo el bosque se llenó de música, risas y baile, mezclando a los cocodrilos con las hienas y otros animales. Esa Navidad, aprendieron que la amistad y la generosidad no conocían barreras.
Al final de la noche, bajo el brillo de las estrellas, Nico se sintió más que feliz. Había descubierto la verdadera esencia de la Navidad: compartir y celebrar juntos, sin importar de dónde venías. Y así, el pequeño cocodrilo se convirtió en el héroe del río Verde.
"Gracias, Nico, por mostrarme que todos podemos ser parte de algo mágico" - dijo Lila, abrazándolo.
"¡Felices fiestas para todos!" - exclamó Nico. Y el río Verde iluminó su noche con risas y alegría, el mejor regalo de todos.
FIN.