La Navidad de los Deseos



Era una mágica mañana de diciembre en un pequeño y colorido barrio de Buenos Aires. Los niños, emocionados por la llegada de la Navidad, no podían dejar de hablar sobre los regalos que esperaban recibir de Papá Noel.

Mía, una niña llena de sueños, estaba sentada en su cama escribiendo una carta muy especial.

"Querido Papá Noel, este año he sido muy buena. Me gustaría tener un libro mágico que me haga viajar a otros mundos. También quiero que mi amigo Simón tenga un regalo especial para él" - escribió con dedicación.

En la misma casa, su hermano Lucas estaba pensando en qué pedirle a Papá Noel.

"Yo solo quiero un superhéroe que pueda volar y salvar el día, pero creo que también me gustaría que mi hermana reciba su libro mágico" - dijo Lucas, con una sonrisa traviesa.

Su mamá, Laura, escuchó a los niños y decidió darles una lección sobre el verdadero espíritu de la Navidad.

"Chicos, ¿saben? La Navidad no es solo sobre lo que queremos recibir. También se trata de dar y compartir con los demás" - les explicó con dulzura.

Los dos niños se miraron, un poco confundidos.

"¿Dar? ¿Qué significa eso, mamá?" - preguntó Mía.

Laura sonrió y les dijo:

"Podemos hacer algo especial. ¿Qué les parece si ayudamos a otros niños que no tienen muchos regalos? Podemos hacer una colecta".

Lucas y Mía se entusiasmaron con la idea.

"¡Sí! ¡Hagamos que todos reciban algo!" - exclamó Lucas.

Así que los tres se sentaron a planear cómo podrían ayudar. Crearon carteles, hablaron con sus amigos en el colegio y prepararon una caja para recolectar juguetes y ropa que ya no usaban. La alegría de dar pronto contagió a toda su familia y al barrio.

El día de la colecta fue una gran fiesta. Todos los vecinos se sumaron a la causa, trayendo juguetes y libros en perfectas condiciones. Fue un día lleno de risas, abrazos y buenos momentos. Mía y Lucas se sintieron felices al ver que su esfuerzo estaba teniendo un impacto positivo.

Con el paso de los días, la Navidad se acercaba. Mía y Lucas, emocionados, decidieron que querían que Susana, una vecina que era un poco mayor y que siempre ayudaba a los demás, recibiera un buen regalo.

"Ella merece lo mejor, siempre se preocupa por nosotros" - propuso Mía.

"Sí, pero no sabemos qué le gustaría" - dijo Lucas pensativo.

Laura, al escuchar la conversación, les contó una anécdota sobre cómo cada año, Susana solía hacer galletitas y compartirlas con ellos, pero que el último tiempo había tenido algunos problemas y no había podido hacerlo.

"Entonces, ¡hagamos galletitas y se las llevamos para Navidad!" - sugirió Lucas.

Mía estuvo de acuerdo, y juntos se pusieron a hornear, con la ayuda de su mamá, muchas galletitas deliciosas con un toque especial: cada una tenía un mensaje de cariño escrito en un papelito.

Finalmente llegó la noche de Navidad. Con las galletitas en una bandeja, los niños fueron a visitar a Susana.

"¡Feliz Navidad, Susana!" - gritaron al entrar.

"¡Oh! ¡Qué sorpresa!" - exclamó Susana, abriendo sus ojos sorprendida.

Los niños le entregaron la bandeja con las galletitas y la miraron con una sonrisa.

"Hicimos galletitas para vos, porque siempre te preocupás por nosotros. Queremos que tengas una Navidad feliz" - dijo Mía a Susana.

Susana se emocionó y las lágrimas le brotaron de alegría.

"Gracias, chicos. Este es el mejor regalo que podía recibir. El amor y la amistad son lo más valioso" - les sonrió.

Esa noche, Mía y Lucas regresaron a casa sintiéndose más felices que si hubieran recibido todos los regalos del mundo. Al llegar, encontraron sus regalos de Papá Noel bajo el árbol.

"Mirá, ¡el libro mágico!" - dijo Mía, mientras Lucas abría emocionado su figura de superhéroe.

"Pero creo que el mejor regalo fue compartir con Susana" - respondió Lucas.

Y así, Mía y Lucas descubrieron que el verdadero espíritu de la Navidad radica en el amor y en compartir con los demás, un verdadero deseo que trasciende cualquier regalo material. Desde ese día, cada Navidad se convirtió en una oportunidad para ayudar a otros, empezando por su querida vecina Susana.

FIN.

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