La Navidad de los Gutiérrez



Era la víspera de Navidad y en la casa de los Gutiérrez todo estaba en movimiento. La familia estaba emocionada, ya habían decorado el árbol con luces brillantes y adornos de colores. Los pequeños Joaquín y Sofía ayudaban a su mamá a preparar las galletitas de jengibre.

"¡Mamá, estas galletitas quedan riquísimas!" - exclamó Joaquín mientras probaba la masa cruda.

"No te comas todo, Joaquín, tenemos que dejar algunas para la noche" - lo regañó Sofía, con una sonrisa en el rostro.

Mientras tanto, el papá, Carlos, estaba en el jardín instalando luces navideñas y armando un gran muñeco de nieve hecho de bolas de plástico.

"¡Papá! ¡Ese muñeco se parece más a un pingüino!" - gritó Joaquín riendo.

"Eh, un pingüino navideño siempre es bienvenido!" - contestó Carlos, guiñándole un ojo.

Pero los preparativos fueron interrumpidos por un sonido extraño que venía del fondo del jardín. Sofía y Joaquín se miraron intrigados.

"¿Qué fue eso?" - preguntó Sofía, con sus ojos grandes llenos de curiosidad.

"Vamos a ver" - dijo Joaquín, tomando la mano de su hermana.

Los dos niños se asomaron al fondo del jardín y encontraron algo sorpresa: un pequeño zorro color naranja, aterrorizado y temblando bajo un arbusto. Sofía llenó de compasión decidió acercarse.

"¡Mirá Joaquín! Parece que está asustado. No le hagamos daño." - dijo suavemente Sofía.

"¡Qué lindo! Pero, ¿qué hacemos?" - preguntó Joaquín, mirando al zorro con preocupación.

Sofía se agachó lentamente.

"Ven, pequeñito, no tienes que tener miedo. Aquí estamos para ayudarte."

El zorro, aunque dudoso al principio, salió de su escondite y se acercó a Sofía, moviendo su colita levemente.

"¿Y si lo llevamos a casa?" - sugirió Joaquín.

"Pero mi mamá nos va a regañar, no podemos tener un zorro en casa" - respondió Sofía, pensativa.

Los niños discutieron un momento sobre qué hacer hasta que se les ocurrió una idea.

"Podemos darle comida y un abrigo para que no pase frío, y luego buscar a su familia. Así no estará solo en Navidad" - propuso Joaquín.

Sofía asintió emocionada. Fueron a buscar un poco de comida y una manta vieja que ya no usaban. Regresaron rápidamente al lugar donde estaba el zorro.

"¡Mirá, un poco de galletitas!" - dijo Joaquín mientras dejaba la comida en el suelo.

El zorro se acercó y comenzó a comer, mientras que los niños lo observaron con tranquilidad.

"¡Qué suerte que vino a vernos!" - comentó Sofía. "Navidad no es solo para nosotros, también hay que pensar en los demás".

La noche llegó, y los Gutiérrez decidieron salir a buscar a la familia del zorro. Armados con linternas, los niños, junto a sus papás, recorrieron el barrio.

"Mirá, por allá hay otro zorro!" - dijo Joaquín, señalando a un segundo zorro que los observaba desde la distancia.

Sofía sonrió y corrió hacia él. "¡Ese debe ser su hermano!" - gritó feliz.

Juntos, observaron cómo el pequeño zorro llamaba a su hermano. Para su sorpresa, el zorro naranja se unió a su hermano y comenzaron a jugar juntos en la nieve.

"¡Lo logramos!" - celebró Sofía, mientras Joaquín daba saltos de alegría.

Esta vez, el zorro naranja no iba a estar solo en Navidad. Regresaron a casa con una sonrisa en el rostro, sabiendo que habían hecho algo bueno.

Cuando llegaron, la mamá y papá Gutiérrez los estaban esperando con una gran mesa llena de comida.

"Pensé que estaban en problemas. ¿Dónde estaban?" - preguntó mamá.

Sofía y Joaquín, todavía con la energía del mediador, contaron la historia del pequeño zorro y su familia, mientras todos se sentaban a la mesa y reían.

"Esas cosas son las que hacen que la Navidad sea especial" - dijo papá, con una mirada de orgullo hacia sus hijos. "Ayudar a los demás y compartir lo que tenemos."

Esa noche, al sentarse a cenar, la familia Gutiérrez se sintió más unida que nunca. Aprendieron que la Navidad no solo se trata de regalos, sino de amor, empatía y compartir alegrías. Fue una Navidad inolvidable, llena de calor, risas y el recuerdo de un pequeño zorro que había encontrado su hogar, incluso por un corto rato.

Esa noche, mientras dormían, Joaquín miró a Sofía y susurró:

"¿Te parece si el próximo año seguimos ayudando a los que lo necesiten?" - Sofía asintió, sonriendo antes de dejarse llevar por el sueño.

Y así, la familia Gutiérrez se prometió que cada Navidad, seguirían haciendo su parte para que el amor y la alegría lleguen a todos, grandes y pequeños.

FIN.

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