La Navidad de los López
Era la noche del 24 de diciembre y la familia López se preparaba para celebrar la Navidad. En la casa, había risas y el aroma de la comida típica de estas festividades. Cuatro personajes hacían que esta Navidad fuera especial: el papá Carlos, la mamá Clara, la hija Ana y el pequeño Leo.
Carlos, mientras colgaba las luces en el árbol, decía: - ¡Mirá qué lindo va quedando este árbol, Clara! Este año quiero que sea aún más especial que el anterior.
Clara sonrió y respondió: - Estoy segura de que lo será. Pero recordemos que la Navidad no es solo adornos, también se trata de estar juntos y compartir.
Ana, emocionada, interrumpió: - ¡Mamá, papá! ¿Podemos hacer galletitas para dejarles a Santa? ¡Sería muy divertido!
- ¡Sí! ¡Y que no se me olvide que también hay que dejarle un vaso de leche! - agregó Leo con entusiasmo, mientras jugaba con su tren de juguete.
Así comenzó una tarde llena de preparación. Ana y Leo se pusieron a hacer galletitas, mientras Carlos y Clara se encargaban de los últimos detalles de la cena. De repente, Clara recordó algo importante.
- Carlos, ¿te acordás de lo que hicimos el año pasado? Debemos ayudar a las personas que necesitan un poco de alegría en esta época.
Carlos asintió y dijo: - Tenés razón. Podríamos hacer un paquete con la comida que nos sobra y llevarlo al centro comunitario.
Ana, al escuchar eso, comentó: - ¡Eso suena genial! ¡Puedo ayudar!
Leo, emocionado por la idea, agregó: - ¡Sí! ¡Vamos a ayudar a otros!
Pero, a medida que se acercaba la hora, Ana empezó a dudar. - No sé si quiero ir a entregar la comida. Quiero quedarme a ver las luces y esperar a Santa.
Carlos, notando la indecisión de su hija, le dijo: - Ana, creo que es importante hacer tiempo para ayudar a los demás, especialmente en Navidad. Después podremos disfrutar de las luces y de Santa. Pero siempre es valioso compartir, ¿no te parece?
Ana pensó por un momento y, viendo la sonrisa de su familia, se dio cuenta de que ayudar a los demás era también una forma de celebrar la Navidad. - Está bien, lo haré. ¡Vamos a ayudar!
Así que, después de preparar las galletitas, la familia López se puso en marcha con los paquetes de comida. Al llegar al centro comunitario, encontraron a muchas familias que no habían tenido una comida especial en Navidad. Ana se sintió feliz al ver sus sonrisas al recibir la ayuda.
- Mirá, ¡qué alegría! - dijo Ana mientras entregaba una de las cajas. - Creo que eso es mejor que esperar a Santa.
- Sí, ¡somos un equipo! - agregó Leo mientras le daba una galletita a un niño.
Finalmente, al volver a casa, el ambiente se llenó de alegría. La cena estuvo llena de risas, y cuando llegó la hora de abrir los regalos, Ana sintió que su corazón estaba lleno de felicidad por haber compartido ese momento.
Antes de dormir, Clara, mirando a su familia, dijo: - Esto es lo que realmente importa en Navidad: estar juntos y ayudar a los demás.
Carlos asintió y concluyó: - Y recordar que la verdadera magia de la Navidad está en el amor y la generosidad que compartimos.
Ana y Leo sonrieron, sintiendo la calidez de esa lección. A partir de ese día, se comprometieron a hacer de la ayuda a los demás una tradición familiar y así, cada año, la Navidad de los López se convirtió en algo aún más especial.
La moraleja de la historia: En Navidad, la verdadera felicidad no solo se encuentra en recibir, sino en dar y compartir con los demás.
FIN.