La Navidad de los Regalos Perdidos



Era una vez en un pequeño pueblo llamado Brillovilla, donde la Navidad se celebraba con gran alegría. Las luces de colores iluminaban las calles y el smell de galletas recién horneadas llenaba el aire. Todos estaban emocionados, especialmente los niños que esperaban los regalos de Papá Noel.

Un día, Lara, una niña de diez años, decidió ayudar a su mamá a preparar galletas para Papá Noel.

"Mamá, ¿podemos hacer algunas extra para los niños que no tienen regalos?" - preguntó Lara, mirando por la ventana hacia los demás niños que jugaban en el parque.

"Claro, mi amor. Es una hermosa idea. La Navidad es sobre compartir y dar felicidad a otros" - respondió su mamá con una sonrisa.

Con mucha emoción, Lara y su mamá hornearon galletas en formas de estrellas, árboles y muñecos de nieve. Pero, mientras mezclaban la masa, Lara no podía dejar de pensar en los niños que no recibirían regalos esa Navidad.

"Voy a buscar a esos niños y voy a darles mis galletas y un regalo que yo misma haré" - dijo Lara con determinación.

"Es un hermoso gesto, pero no olvides que es importante también cuidar tus propios deseos" - le recordó su mamá.

Lara sonrió y salió a buscar a sus amigos. Se encontró con un grupo de niños que solían jugar en el parque, pero que este año se veían tristes.

"Hola, chicos. ¿Por qué están tan tristes?" - preguntó Lara.

"No recibiré regalos esta Navidad. Mis padres están sin trabajo y no podemos comprar nada" - dijo Tomás, el más pequeño del grupo.

"¿Y ustedes?" - continuó Lara.

"A mí me pasa lo mismo. No tengo nada" - respondió Ana.

Lara sentía un nudo en el estómago.

"No se preocupen. Este año, voy a compartir mis galletas y un regalo para cada uno. Todos merecemos celebrar juntos" - dijo con firmeza.

Se puso a trabajar en sus regalos y preparó algo especial: pequeños álbumes donde cada niño podría dibujar y escribir sus historias. Al finalizar, los niños se sintieron agradecidos y más felices.

El día de Navidad, mientras el pueblo estaba lleno de luces y risas, Lara y su mamá prepararon un picnic en el parque y comenzaron a repartir las galletas.

"¡Miren lo que traigo!" - exclamó Lara, repartiendo las galletas y los álbumes.

"¡Gracias, Lara!" - gritaron todos al mismo tiempo.

"Te queremos mucho, Lara" - dijo Tomás, mientras sonreía.

Mientras los niños disfrutaban de las galletas y del sol, se dieron cuenta que no importaba tanto recibir regalos, sino compartir momentos con amigos.

De repente, algo inesperado ocurrió. Un grupo de adultos notó la escena tan hermosa que decidieron unirse.

"Nos encantaría ayudar. Podemos hacer un mercado de regalos donde la gente traiga juguetes usados y los reparemos para que más niños puedan jugar" - sugirió la mamá de Tomás.

"¡Qué gran idea! Así todos tienen algo para dar y recibir" - dijo la mamá de Lara.

Así fue como en Brillovilla se creó el primer mercado de regalos compartidos. Los niños llevaban lo que podían y, en lugar de comprar, reparaban juguetes para los demás.

La alegría en el pueblo creció, y cada año, desde entonces, lucían sus luces y compartían regalos, pero lo más importante: compartían el valor de la amistad y la bondad.

Lara comprendió que dar era más hermoso que recibir, y que en la Navidad, lo que realmente importa es el amor y la conexión con los demás. Y así, Brillovilla se llenó de sonrisas y buenos corazones, año tras año, celebrando la verdadera esencia de la Navidad.

FIN.

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