La Navidad de Martín y su Gran Lección



Era diciembre en México y las luces de Navidad brillaban por doquier. Martín, un niño de ocho años, no podía esperar más para abrir sus regalos. Sin embargo, en los últimos meses, su comportamiento había dejado mucho que desear. A menudo descuidaba sus responsabilidades, desobedecía a sus padres y, a veces, incluso se burlaba de sus compañeros en la escuela.

Una tarde, mientras Martín miraba con avidez un catálogo de juguetes, su mamá, Laura, entró en la habitación con una seria expresión en su rostro.

"Martín, necesitamos hablar."

"¿De qué, mamá? Solo quiero que llegue la Navidad para abrir mis regalos."

Laura lo miró con amor y preocupación.

"Lo sé, pero antes de que eso suceda, hay algo que quiero que entiendas. Aunque la Navidad es una época de dar, también es un momento para reflexionar sobre cómo nos comportamos. ¿Has pensado en cómo has tratado a las personas este año?"

Martín frunció el ceño. No le gustaba que le hablasen así.

"Pero, ¡yo quiero mis regalos!"

Laura suspiró.

"Querido, este año tu papá y yo hemos decidido que no recibirás regalos si no mejoras tu comportamiento. Queremos que aprendas la importancia de ser un buen niño."

Martín se sintió frustrado, pero sus padres eran firmes en su decisión.

"¿Qué tengo que hacer para ganármelos?"

"Primero, te quiero que seas amable con tus compañeros. Luego, ayuda en casa y escucha las reglas. Recuerda que la Navidad no es solo sobre recibir, sino también sobre dar y compartir."

Martín pasó varios días en desacuerdo, pero al mirar el árbol vacío de regalos, con su nombre en una etiqueta que decía “En espera de cambios”, algo comenzó a cambiar en su interior. Decidió que tenía que intentarlo.

Un día, en la escuela, su compañerito Tomás se cayó y empezó a llorar. Martín, recordando las palabras de su madre, se acercó y le dijo:

"No llores, Tomás. Te ayudo."

Se inclinó y lo ayudó a levantarse.

"Gracias, Martín. Eres un buen amigo," respondió Tomás con una sonrisa. Esa pequeña acción hizo que Martín sintiera algo especial dentro de él.

Los días siguientes, Martín continuó esforzándose. Ayudó a su hermana pequeña con la tarea, recolectó juguetes para donar a otros niños y comenzó a ser más respetuoso con sus padres.

Cuando llegó el día de Nochebuena, Martín estaba ansioso. El árbol seguía vacío, pero su corazón ya no había.

Mientras cenaban, su papá, José, miró a Martín y dijo:

"Hijo, hemos estado observando cómo te has comportado últimamente. Ha sido un cambio maravilloso. ¿Te gustaría ayudarme a repartir algunos regalos de los que hemos donado?"

Martín se iluminó.

"¡Sí! ¡Me encantaría!"

Esa noche, después de repartir regalos a niños que no tenían, Martín sintió una felicidad que nunca antes había experimentado.

De regreso a casa, encontró una caja pequeña envuelta con papel de regalo brillante bajo el árbol. Con ojos de sorpresa, Martín la abrió y dentro había un hermoso coche de juguete.

Sus ojos se llenaron de lágrimas.

"¿Por qué me diste esto?"

Laura sonrió y respondió.

"Porque ya no solo esperabas recibir, sino que aprendiste el verdadero espíritu de la Navidad: dar y querer a los demás."

Martín abrazó a sus padres, sintiéndose más rico que nunca. Esta Navidad no solo había recibido un regalo, sino una lección invaluable sobre el amor, la bondad y la generosidad.

FIN.

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