La Navidad de Sebastián



Había una vez un niño llamado Sebastián, que vivía en un pequeño pueblo de Argentina. Se acercaba la Navidad y el niño estaba emocionado por la visita de sus abuelos.

No los veía desde hacía mucho tiempo y sabía que iban a pasar las fiestas juntos. Sebastián se levantó temprano ese día para preparar todo para la llegada de sus abuelos.

Limpió su habitación, puso luces navideñas por toda la casa y hasta hizo galletitas caseras para recibirlos. Finalmente, llegaron los abuelos y fue una gran alegría verlos. Todos se abrazaron fuerte y comenzaron a compartir anécdotas mientras decoraban el árbol de Navidad. "¡Abuelos, quiero enseñarles algo!", exclamó Sebastián emocionado.

Los abuelos sonrieron curiosos y le pidieron al niño que les mostrara qué era lo que quería mostrarles. Sebastián llevó a sus abuelos hasta su habitación, donde tenía guardados todos los regalos que había comprado con su mesada durante todo el año.

Los había envuelto cuidadosamente uno por uno. "¡Miren esto! ¡Son todos los regalos que compré para ustedes!", dijo Sebastián orgulloso. Los abuelos se quedaron sorprendidos ante tal muestra de generosidad del niño.

Sabían lo importante que era cada centavo para él y no podían creer lo dedicado que había sido al conseguir esos regalitos especiales solo para ellos. "Sebastián, esto es maravilloso", exclamó su abuela emocionada.

"¡Eres un niño muy generoso y amoroso!", añadió su abuelo con lágrimas en los ojos. Sebastián sonrió feliz, sabiendo que había hecho algo bueno. Pero lo mejor estaba por venir. Esa noche, todos se sentaron alrededor del árbol de Navidad para abrir los regalos.

A medida que cada uno recibía sus obsequios, se sorprendían más y más por la elección perfecta de Sebastián. "¡Esto es justo lo que quería!", exclamó su abuela mientras abría una bufanda tejida a mano.

"¡No puedo creerlo! ¡Esto es exactamente lo que necesitaba!", dijo su abuelo emocionado al ver una nueva caja de herramientas. Sebastián sonreía orgulloso mientras veía la felicidad en el rostro de sus abuelos. Había logrado hacerles sentir especiales en esa Navidad tan especial.

Pero la mayor lección llegó cuando Sebastián recibió su último regalo. Era una carta escrita a mano por sus abuelos, donde le expresaban todo el amor y admiración que sentían por él.

Le decían cuánto valoraban su generosidad y cómo ese gesto los había hecho sentir amados y apreciados. Sebastián no pudo contener las lágrimas mientras leía la carta en voz alta para todos.

Sus abuelos lo rodearon con cariño, recordándole lo importante que era compartir y pensar en los demás durante las fiestas navideñas. Desde aquel día, Sebastián aprendió una valiosa lección: el verdadero espíritu navideño no está en recibir regalos, sino en dar amor y alegría a quienes nos rodean.

Y así, cada Navidad, Sebastián seguía siendo el niño generoso que había descubierto dentro de sí mismo. La visita de sus abuelos fue inolvidable y dejó una huella profunda en su corazón.

Esa Navidad, Sebastián aprendió que los mejores regalos no se compran con dinero, sino que se crean con amor y dedicación.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!