La Navidad del Bosque Encantado
Era una vez, en un bosque encantado, un grupo de animales que esperaban la llegada de la Navidad con mucha ilusión. Cada año, se reunían para celebrar juntos, pero este año sería diferente. ¡Había una gran sorpresa en camino!
La ardillita Lila, siempre curiosa, era la que más emocionada estaba. Se acercó a su amigo el búho Pedro.
"¿Pedro, ya tienes pensado qué haremos este año para Navidad?" - preguntó Lila con un brillo en sus ojitos.
"No lo sé, Lila. Pero deberíamos hacer algo especial. Quizás podamos decorar el gran roble del centro del bosque" - sugirió Pedro.
Todos los animales comenzaron a murmurar emocionados. La tortuga Marta, un poco lenta pero muy sabia, se unió a la conversación.
"Podríamos hacer adornos con lo que encontremos entre las hojas y ramas" - dijo con una sonrisa.
Así fue como comenzaron a recolectar elementos del bosque: piñas, frutos secos y hojas brillantes. Sin embargo, cuando iban a decorar el árbol, el zorro Fernando interrumpió la alegría.
"No sé si deberíamos gastar nuestras cosas en adornos. ¿Y si no nos sirve para nada?" - dijo, con una voz un poco gruñona.
Los animales se sintieron desanimados, pero la valiente Lila no iba a rendirse.
"Fernando, la Navidad no es solo sobre los adornos. Es compartir momentos y hacer felices a los demás" - respondió.
Fernando se quedó pensando, pero aún no estaba del todo convencido. Entonces llegó el ciervo Simón, que era conocido por ser muy juguetón.
"¡Yo tengo una idea! ¿Por qué no hacemos una fiesta y cada uno trae algo para compartir?" - propuso, moviendo su cola emocionado.
"¡Eso suena genial!" - dijeron todos al unísono, olvidándose de las dudas de Fernando.
Así, los animales se pusieron manos a la obra. Lila preparó unas galletitas de semillas, Marta trajo frutas variadas y Simón prometió un baile navideño. Mientras tanto, Fernando seguía observando desde lejos, sintiéndose un poco fuera de lugar.
El día de la fiesta, el árbol estaba decorado con los mejores adornos del bosque, y todos los animales lucían felices preparando sus sorpresas. Pero cuando llegó el momento de la fiesta, Fernando se dio cuenta de que se había olvidado de traer algo para compartir.
"No tengo nada, ¿qué haré?" - se lamentó.
Lila, al escucharlo, se acercó rápidamente.
"Fernando, tú también eres parte de nuestra fiesta. ¡Ven a compartir con nosotros!" - le dijo con una gran sonrisa, extendiendo su pata para invitarlo.
Fernando se sintió un poco mejor y, aunque no tenía comida, se unió al baile con alegría. Todos juntos, cantaron, comieron y rieron bajo el hermoso árbol decorado, creando recuerdos inolvidables.
Cuando la fiesta terminó, Fernando se acercó a Lila.
"Gracias por invitarme, aunque no traje nada, me sentí muy feliz. La Navidad es mucho más que cosas materiales, es compartir y estar con amigos" - reconoció con una gran sonrisa.
"¡Exacto! ¿Ves? Siempre hay espacio para todos en nuestra celebración" - respondió Lila.
Y así, cada año, en el Bosque Encantado, la Navidad se celebraba con alegría, amor y mucha diversión. Los animales aprendieron que lo importante no era lo que llevaban a la fiesta, sino cómo se sentían y lo que compartían.
Desde ese día, Fernando se convirtió en el mayor defensor de la Navidad en el bosque y siempre se aseguraba de que cada amigo, grande o pequeño, se sintiera incluido y valioso en las celebraciones, recordando que la verdadera esencia de la Navidad era la unión y la felicidad compartida en compañía de quienes más querían.
FIN.