La Navidad del duende Lucas



Lucas correteaba por la casa, armando un lío de juguetes y risas. Su mamá lo llamó desde la cocina: "-Lucas, ¿ya dejaste las galletas y la leche para Santa Claus?".

"-¡Sí, mamá! ¡Ya está todo listo! Ahora solo me falta irme a dormir para que llegue rápido la Navidad", respondió Lucas con una sonrisa de oreja a oreja.

Después de cepillarse los dientes y ponerse su pijama favorito, Lucas se metió en la cama y cerró los ojos con fuerza, tratando de quedarse dormido lo más rápido posible. Pero justo cuando estaba a punto de caer en brazos de Morfeo, escuchó un ruido extraño afuera de su ventana.

Curioso, Lucas se levantó sigilosamente y fue hacia el ventanal. Para su sorpresa, vio a un pequeño duende saltarín que llevaba un saco lleno de regalos. El duende estaba tan concentrado en su tarea que no notó que Lucas lo observaba.

Sin pensarlo dos veces, Lucas abrió la ventana y saludó al duende con entusiasmo. "-¡Hola! ¿Quién eres tú?".

El duende dio un respingo al escuchar la voz del niño e hizo una reverencia torpe antes de responder: "-¡Yo soy Pepito, el ayudante más travieso de Santa Claus! Estoy entregando estos regalos mientras él descansa". Lucas no podía creer lo que veían sus ojos.

Había conocido a uno de los famosos ayudantes navideños ¡y además era argentino como él!"-¿Puedo ayudarte?", preguntó Lucas emocionado. Pepito rió con ganas y asintió: "-¡Claro que sí! Tengo tantos regalos por entregar esta noche que cualquier ayuda es bienvenida". Los dos amigos trabajaron juntos durante horas llevando alegría a cada rincón del pueblo.

Cuando terminaron, Pepito miró agradecido a Lucas: "-Gracias por tu ayuda, amigo. Eres realmente especial". Y sin más preámbulos desapareció en un destello mágico.

Lucas volvió corriendo a su habitación justo a tiempo para escuchar unos pasos pesados en el techo. Se acercó cauteloso hacia la chimenea y vio cómo Santa Claus descendía con elegancia dejando caer algunos copos de nieve sobre el piso.

Santa se giró lentamente hacia donde estaba Lucas parado con los ojos como platos y una sonrisa radiante en el rostro: " -Feliz Navidad, querido Lucas. Gracias por las galletitas y leche". El corazón del niño latía fuerte mientras recibía su regalo soñado directamente de manos del mismísimo Santa Claus.

Esa noche mágica quedará grabada en la memoria de Lucas para siempre como una aventura inolvidable llena de amistad y solidaridad.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!