La Navidad Mágica de Isi
Había una vez una niña llamada Isi que era la más entusiasta de la Navidad. Cada año, su corazón se llenaba de alegría al ver las luces que decoraban las calles y escuchar los villancicos que resonaban por todas partes. Pero este año, algo la preocupaba. Faltaban muchos días para Navidad y su impaciencia crecía.
Un día, mientras Isi miraba por la ventana suspirando, su hermana mayor, Lucía, se acercó y le dijo:
"Isi, ¿sabés qué? Un secreto de la Navidad es que la alegría no viene solo de contar los días. Vení, te voy a mostrar algo."
Isi, intrigada, siguió a su hermana hasta el parque cercano. Allí, se sorprendió al ver a los niños jugando y riendo. Algunos estaban decorando un gran árbol de Navidad.
"Mirá, Isi. La Navidad no es solo esperar, también es compartir momentos con los demás. ¡Ayudemos a decorar el árbol!"
Isi sonrió y juntas empezaron a colgar adornos. A medida que lo hacían, una sensación mágica llenaba el aire.
Luego de un rato, Isi empezó a sentir que la Navidad ya había comenzado en su corazón.
"¡Qué maravillosa es la Navidad! ¡No importa cuánto tiempo falte!"
"Exacto," le respondió Lucía, "la Navidad se trata de dar amor y alegría. Así que hagamos algo especial. Vamos a preparar galletitas para nuestros vecinos."
"¡Sí!" exclamó Isi, emocionada.
Regresaron a casa y se pusieron a hornear. La cocina se llenó del delicioso aroma de las galletitas. Mientras tanto, Lucía le decía:
"Te doy un consejo: el regalo más lindo que podemos dar es nuestra atención y cariño. Cuando compartís lo que tenés, ¡la alegría se multiplica!"
"¿Y si les dejamos una notita también?" sugirió Isi.
"¡Me encanta la idea!"
Con el corazón rebosante de felicidad, Isi escribió notas llenas de buenos deseos. Cuando terminaron, decidieron ir a entregar las galletitas.
Al salir, la noche cayó y las luces de Navidad comenzaron a brillar. Isi miraba maravillada el espectáculo:
"¡Es como un cuento de hadas!"
"Así es," sonrió Lucía. "La Navidad tiene un brillo especial cuando la compartimos."
Cuando finalmente llegaron a la casa de sus vecinos, tocando la puerta con nerviosismo, su señora vecina salió sonriente.
"¡Oh, qué sorpresa! ¿Qué traen por aquí?"
"Traemos galletitas y notas con buenos deseos. ¡Feliz Navidad!" dijo Isi, entregándoles el obsequio.
"Esto es hermoso, gracias, chicas. La Navidad no solo llega con los días, sino con acciones como estas. ¡Las voy a invitar a pasar!"
Isi y Lucía pasaron la tarde en casa de su vecina, compartiendo historias y risas. Al despedirse, Isi sintió que algo era diferente. La Navidad ya no parecía tan lejana después de todo.
"Hoy fue un día increíble, Lucía," dijo Isi.
"Te lo dije, Isi. La verdadera magia de la Navidad no está solo en un día, sino en esos pequeños momentos de amor y amistad."
Finalmente, el día de Navidad llegó y Isi se despertó muy temprano. Corrió a la sala, y su sorpresa fue inmensa cuando vio que sus galletitas habían sido probadas y un pequeño regalo estaba allí.
"¡Mirá, Lucía! ¡También Santa nos dejó un regalo!"
"Sí, Isi, pero recuerda que la mayor alegría ya la vivimos compartiendo con otros."
Isi sonrió y sin dudarlo, invitó a sus amigos y vecinos a la fiesta de Navidad que habían planeado.
Esa Navidad fue especial, porque Isi no solo recibió regalos, sino que también ofreció su amor y cariño a los demás. Y, al final del día, esas experiencias estaban llenas de un brillo mágico que permanecería en su corazón para siempre.
Así que cada vez que miraba hacia las luces de Navidad, recordaba que la verdadera alegría estaba en el dar, en compartir y sobre todo, en disfrutar cada momento con los que quería. Porque la Navidad, al final, es un sentimiento que no se mide en días, sino en acciones.
Y así, Isi aprendió que la Navidad es un momento mágico que se vive todo el año, siempre que el amor y la alegría estén presentes.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.