La Navidad mágica de Maruja y el duende travieso



Había llegado la mañana de Navidad y Maruja la bruja estaba muy emocionada. Había trabajado duro durante todo el año para hacer regalos mágicos para todos sus amigos del bosque encantado.

Con una sonrisa en su rostro, se levantó de su cama y se dirigió a la sala donde había dejado los regalos la noche anterior.

Pero al llegar a la sala, Maruja se llevó una gran sorpresa: ¡todos los regalos habían desaparecido! El árbol de Navidad estaba vacío y no había ni rastro de los presentes que había preparado con tanto amor. Maruja quedó devastada. -¡Oh no! ¿Qué ha pasado aquí? -exclamó Maruja mientras buscaba por toda la habitación-.

Alguien ha robado mis regalos de Navidad. Maruja decidió salir afuera y preguntarle a sus amigos si habían visto algo sospechoso. Encontró a Ruperto, el búho sabio, sentado en una rama cercana.

-Ruperto, ¿has visto algo extraño esta mañana? Alguien me ha robado todos mis regalos de Navidad -dijo Maruja con tristeza. Ruperto frunció el ceño pensativo y luego respondió:-Maruja, he escuchado algunos rumores sobre un duende travieso que ha estado merodeando por el bosque últimamente.

Tal vez sea él quien haya robado tus regalos. Maruja asintió con determinación y decidió buscar al duende travieso para recuperar sus preciados regalos.

Siguiendo las pistas que le dio Ruperto, Maruja llegó a un pequeño claro en el bosque donde encontró al duende escondido detrás de un árbol. -¡Ahá! ¡Te tengo! -exclamó Maruja mientras señalaba con su dedo acusador al duende. El duende se sobresaltó y trató de escapar, pero Maruja lo atrapó con una ráfaga de magia.

El duende admitió haber robado los regalos por diversión, pero ahora se arrepentía de sus acciones. Maruja decidió darle una lección al duende travieso y enseñarle sobre la importancia de la amistad y el perdón.

Le pidió que devolviera los regalos y prometió no hacerle daño si aprendía la lección. El duende asintió, avergonzado por su comportamiento. Juntos, Maruja y el duende llevaron los regalos de vuelta a la sala donde estaban originalmente.

Maruja invitó al duende a quedarse para celebrar la Navidad junto a ella y sus amigos del bosque encantado. Esa noche, todos compartieron risas, canciones y deliciosos dulces navideños.

El duende travieso aprendió que robar no era divertido ni correcto, sino que ser amable y generoso traía mucha más alegría a su vida. Desde aquel día, el duende travieso cambió su actitud y se convirtió en uno de los mejores amigos de Maruja. Juntos, trabajaron para hacer felices a todos en el bosque encantado durante muchas Navidades más.

Y así fue como Maruja logró convertir una situación triste en una lección de amistad y perdón, enseñándole al duende travieso que el verdadero espíritu de la Navidad está en compartir y hacer felices a los demás.

FIN.

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