La Navidad Mágica de Mónica
Era una noche de diciembre y en casa de Mónica todo olía a galletitas recién horneadas y a canela. Todos los años, su familia celebraba la llegada de la Navidad de una manera muy especial: armando el árbolito.
Mónica, con sus ojitos brillantes, miraba hacia la caja gigante que guardaba los adornos.
"¡Mamá! ¡Papá! ¡Ya podemos comenzar!" gritó llena de emoción.
"¡Claro que sí, Mónica!" respondió su mamá, sonriendo al verla tan entusiasta.
Sus papás la ayudaron a arrastrar la caja hacia la sala. Mónica comenzó a sacar todos los adornos: bolitas, luces, una estrella brillante y muchos más. Cada uno de ellos tenía una historia.
"¿Recuerdas esta bolita roja?" preguntó su papá.
"¡Sí! La hicimos en la escuela el año pasado. Estaba tan feliz porque la pinté yo misma", dijo Mónica con orgullo.
Con cada adorno que colgaban, comenzaron a recordar momentos divertidos. Pero cuando Mónica sacó la estrella dorada, su rostro se transformó.
"¿Dónde está la otra parte de la estrella? La que siempre ponemos en la cima del árbol", preguntó, algo preocupada.
"Oh, debe estar en la caja de las luces, Mónica. Déjame buscar un momento", dijo su mamá, mirando entre los adornos. Pero no encontraron nada.
"¡Oh no! ¡No podemos terminar el árbol sin la estrella!", exclamó Mónica, preocupada.
Pero su papá la abrazó.
"No te preocupes, hijita, habrá una solución, siempre la hay. ¿Te acuerdas cuando hicimos la estrella de papel el año pasado? Aún la tenemos. Vamos a usarla en vez de la dorada", sugirió con una sonrisa.
Mónica se acordó de cómo habían hecho la estrella.
"¡Sí, la podemos decorar de nuevo!", dijo emocionada.
Se dirigieron todos juntos al cuarto de manualidades y comenzaron a crear una nueva estrella, llena de colores. Mientras diseñaban, hablaron de lo que significaba la Navidad para cada uno de ellos.
"Para mí, la Navidad es compartir, reír y estar juntos", dijo la mamá de Mónica.
"Y también es dar regalos llenos de amor", comentó Mónica.
"Ánimo y creatividad son lo más importante", añadió su papá.
Una vez terminada la estrella, la colocaron en la cima del árbol. Mónica miró su obra con alegría.
"¡Es la estrella más bonita del mundo!", exclamó.
La casa se iluminó con las luces y el árbol brillaba más que nunca. Mónica comprendió que la verdadera magia de la Navidad no estaba en los objetos, sino en los momentos compartidos y en el amor de su familia.
"¡Feliz Navidad!" gritó Mónica, dándole un abrazo a sus papás.
"¡Feliz Navidad, Mónica!", respondieron al unísono, llenos de cariño.
Así fue como Mónica descubrió que la Navidad, con sus sorpresas y giros, siempre traía una lección importante: lo que realmente importa es la unión familiar y la creatividad en cada momento que pasan juntos.
Desde ese día, cada vez que alguien les preguntaba sobre su estrella, Mónica sonreía, porque esa era la estrella de su corazón, la que reflejaba su amor y su felicidad.
FIN.