La Navidad que No Se Canceló



Era una mañana soleada en el bosque, y tres amigos inseparables estaban muy emocionados. Rufito, el perico de plumas verdes, Koalito, el koala cariñoso, y Ratico, el pequeño ratón curioso, ya habían decorado el árbol de Navidad con ramitas, hojas y algunas semillas brillantes.

"¡Espero que este año Santa nos traiga muchos regalos!" - exclamó Rufito, batiendo sus alas emocionado.

"¡Sí! No puedo esperar para abrir mis regalos y compartirlos con ustedes!" - dijo Ratico, saltando de alegría.

"A mí me encantaría un tronco de eucalipto gigante para descansar cómodamente. ¡Qué lindo sería!" - soñaba Koalito, mientras se acomodaba en una rama.

Pero de repente, una notita llegó volando con el viento. Era un mensaje muy triste.

"¡Ay no!" - exclamó Ratico, al leer el papel con su pequeño dedito. "¡Dicen que la Navidad ha sido cancelada!"

"¿Cómo puede ser?" - preguntó Rufito, confundido. "¡Esto no puede estar pasando!" - Y, sintiéndose abrumado, comenzó a llorar.

"No llores, Rufito, ¡quizás podamos hacer algo!" - trató de consolarlo Koalito. "Podemos llamar a Santa y preguntarle qué pasó. ¡Tal vez tenga un plan!"

Decididos, buscaron algo que les sirviera para contactar a Santa. Encontraron un viejo caracol que podía ir muy rápido.

"¡Caracol, caracol!" - dijo Ratico. "Necesitamos que lleves este mensaje a Santa. ¡Por favor!"

"¡No hay problema!" - respondió el caracol, avanzando rápidamente hacia el norte.

Mientras tanto, Rufito seguía llorando.

"No quiero que la Navidad se acabe. ¡Es mi época favorita!" - decía entre sollozos.

"A mí también, amigo. Pero tenemos que ser fuertes y seguir adelante. Tal vez al final todo salga bien" - dijo Koalito tratando de levantar el ánimo de su amigo.

Pasaron las horas, pero el caracol no regresaba. Los amigos comenzaron a desanimarse.

"¡Esto es terrible!" - comentó Ratico. "Quizás no haya Navidad después de todo…"

Sin embargo, algo mágico ocurrió. Mientras los tres amigos se reunieron bajo el árbol decorado, vieron una luz brillante en el cielo.

"¡Miren!" - gritó Rufito, limpiándose las lágrimas. "¿Qué será eso?"

Y, con un gran ruido, ¡Santa apareció de repente, tirando de su trineo!"¡Ho, ho, ho!" - dijo Santa con una sonrisa. "Siento mucho haber hecho esperar, amigos. El clima ha sido complicado, pero nunca cancelaré la Navidad. ¡Aquí estoy!"

"¡Santa!" - gritaron todos, llenos de alegría.

Santa comenzó a distribuir regalos mientras explicaba por qué la Navidad había estado en peligro.

"Algunas cosas suceden que no podemos controlar, pero siempre hay una luz y esperanza, y lo más importante es la amistad" - afirmó. "La Navidad es mucho más que regalos; es estar juntos y ser amables entre nosotros."

Los tres amigos se abrazaron, y Rufito ya no estaba triste. Se sintieron más felices que nunca.

"Gracias, Santa. Vamos a disfrutar de esta Navidad juntos, sin importar lo que pase" - dijo Ratico, lleno de gratitud.

"¡Sí!" - concordó Koalito. "Cada año será especial si estamos juntos, sin importar los desafíos."

Y así, aquella Navidad, los tres amigos aprendieron que lo valioso no eran los regalos, sino la alegría de estar juntos, apoyándose uno a otro. Así todos celebraron y disfrutaron de la Navidad más feliz de todos.

Desde ese día, cada vez que algo malo sucedía, se recordaban de ese momento y sabían que siempre podían contar unos con otros para encontrar la luz en la oscuridad.

FIN.

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