La Navidad que Todos Desean



Era un frío 24 de diciembre en el pequeño pueblo de Villa Alegre. Las luces brillaban en cada casa y se escuchaban risas en el aire, pero Carlos, un niño de diez años, sentía que algo faltaba. Mirando por la ventana, observó a algunos de sus amigos con caras largas, decepcionados porque no habían recibido lo que más deseaban para esta Navidad.

"¿Por qué no pueden tener lo que quieren?", se preguntó Carlos, arrugando el entrecejo.

Decidido a hacer algo al respecto, salió de su casa y se encontró con sus amigos Josue y Jean Piere, quienes también parecían preocupados.

"Carlos, ¿qué te pasa?", preguntó Josue, notando la seriedad en su rostro.

"Siento que esta Navidad no es justa. Hay muchos niños que no van a tener sus regalos, y eso me pone triste", respondió Carlos.

"Sí, yo también lo vi. Mi amigo Nico me dijo que no le compraron lo que quería", agregó Jean Piere.

Carlos tomó una profunda respiración.

"¡Tenemos que hacer algo! No podemos dejar que la Navidad pase sin que todos sean felices. Podemos organizar una recolecta de juguetes y donarlos a los que no tienen", sugirió con entusiasmo.

Los ojos de Josue y Jean Piere brillaron con la idea.

"¡Es una excelente idea!", exclamó Josue.

"Sí, vamos a hacerlo. ¡Seremos héroes de Navidad!", gritó Jean Piere, saltando de emoción.

Comenzaron a correr por el vecindario, hablando con sus compañeros y adultos. A la tarde, habían conseguido reunir una gran cantidad de juguetes. Los chicos estaban emocionados de ver cómo la comunidad se unía para ayudar. Sin embargo, cuando llegó el momento de llevar los juguetes al centro de donaciones, se enfrentaron a un obstáculo inesperado.

"Chicos, no podemos llevar todo esto en mis bicicletas. Vamos a necesitar un vehículo", dijo Carlos, mirando a su alrededor con preocupación.

Jean Piere sacó su teléfono.

"Mis papás tienen una camioneta, pero están ocupados. No creo que puedan ayudar", se lamentó.

"Podemos pedirle ayuda a alguna de las familias que donaron", sugirió Josue, tratando de mantener el optimismo.

Emocionados, el trío volvió a la comunidad y preguntaron por ayuda. Después de muchas negativas, finalmente conocieron a Don Alberto, el abuelo del barrio.

"Por supuesto que los llevaré. Me encanta la Navidad y ayudar a los demás. ¡Suban!", les dijo Don Alberto con una gran sonrisa, abriendo las puertas de su camioneta.

Contentos, subieron y partieron hacia el centro de donaciones. Al llegar, la escena era conmovedora: muchas familias llenaban cajas con juguetes, y la alegría estaba en el aire.

Entonces, mientras dejaban los regalos, un pequeño niño, que había estado llorando porque no había conseguido nada, se acercó a ellos.

"¿Por qué no tengo juguetes como los demás?", preguntó con voz temblorosa.

Carlos se agachó a su altura y le dijo:

"Esta Navidad va a ser especial para todos, y porque estamos aquí, vas a recibir algo hermoso. ¿Te gustaría tener un juguete?"

El rostro del niño se iluminó.

"Sí, por favor. ¡Me encantaría!".

Carlos miró a sus amigos y, juntos, buscaron un regalo entre los que habían donado. Al encontrar un hermoso tren de juguete, se lo entregaron al niño.

"¡Feliz Navidad!", dijeron todos al unísono. El pequeño sonrió con una felicidad que hizo que el corazón de Carlos se llenara de alegría.

Cuando regresaron a sus casas esa noche, Carlos entendió lo que significaba realmente la Navidad.

"No se trata solo de recibir, sino de compartir y hacer felices a otros", reflexionó mientras colgaba su calcetín en la chimenea.

"Hicimos algo importante hoy, chicos", dijo Carlos emocionado.

"Sí, esto es solo el comienzo. Podemos hacer esto cada año", respondió Josue, sonriendo.

"Y si todos ayudamos un poco, esta puede ser la Navidad más feliz de todas", agregó Jean Piere, lleno de esperanza.

Y así, la Navidad en Villa Alegre se llenó de alegría gracias a tres amigos que decidieron cambiar la historia con un simple acto de generosidad. No solo aprendieron el verdadero significado de la Navidad, sino que también inspiraron a toda una comunidad a hacer lo mismo. La magia estaba en el aire, y todos sintieron que la Navidad en su lugar no sería la misma sin el amor y la unión que habían generado.

FIN.

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