La Navidad Robótica
Había una vez un grupo de amigos muy especial llamado Valentina, Estrella, David, Sergio, Pablo, Antonio, Aníbal, Pepe, Álvaro y Alejandro.
Todos ellos asistían a clases de robótica después del colegio y se lo pasaban genial construyendo robots y jugando videojuegos que la Seño Rosa les explicaba. Cada semana aprendían algo nuevo sobre cómo funcionaban los robots y cómo programarlos para que hicieran diferentes tareas.
La Seño Rosa era una profesora muy divertida y sabía cómo hacer que las clases fueran emocionantes y educativas al mismo tiempo. Un día antes de las vacaciones de Navidad, el grupo de amigos estaba reunido en el aula de robótica.
Estaban muy entusiasmados porque habían recibido un desafío especial por parte de la Seño Rosa. "¡Chicos! Como es casi Navidad, me gustaría que hiciéramos algo diferente este año.
En lugar de solo aprender sobre robótica, vamos a utilizar nuestros conocimientos para ayudar a los demás", anunció la Seño Rosa con una sonrisa en su rostro. Los ojos de los niños se iluminaron con emoción ante esta propuesta tan interesante. Querían saber más acerca del desafío navideño. "¿En qué consiste el desafío?", preguntó Valentina curiosa.
La Seño Rosa les explicó que iban a construir pequeños robots programables para llevar alegría a personas mayores que estuvieran solas durante las fiestas navideñas.
Los niños debían diseñar los robots para realizar actividades como cantar villancicos o contar chistes para hacer reír a estas personas especiales. Los amigos trabajaron arduamente durante semanas, poniendo en práctica todo lo que habían aprendido en las clases de robótica. Cada uno tenía una tarea específica y se ayudaban mutuamente cuando surgía algún problema.
Finalmente, llegó la víspera de Navidad y los robots estaban listos. Los niños los llevaron a un asilo de ancianos cercano donde sabían que había personas esperando por ellos.
Cuando entraron al asilo con sus robots, fueron recibidos con sonrisas cálidas y miradas llenas de gratitud. Las personas mayores estaban emocionadas por ver a esos pequeños ingenieros y sus creaciones mágicas. Valentina programó su robot para cantar villancicos mientras Estrella hizo que el suyo contara chistes divertidos.
David diseñó un robot bailarín que hacía movimientos graciosos para hacer reír a todos. Sergio construyó un robot que podía dibujar imágenes navideñas con colores brillantes.
Pablo, Antonio, Aníbal, Pepe, Álvaro y Alejandro también hicieron maravillas con sus robots y cada uno tenía una función especial para alegrar la noche navideña de todas esas personas mayores. Las risas llenaron el salón mientras los robots realizaban sus actuaciones especiales.
La alegría invadió el lugar y todos olvidaron por un momento cualquier tristeza o soledad que pudieran haber sentido antes. Al finalizar las presentaciones, los niños se acercaron a cada persona mayor para entregarles tarjetas hechas a mano deseándoles una feliz Navidad.
También les regalaron abrazos cálidos y palabras amables que hicieron sentir a las personas mayores queridas y especiales. Esa noche, los amigos comprendieron el verdadero significado de la Navidad. No se trataba solo de recibir regalos, sino de dar amor y alegría a quienes más lo necesitaban.
Desde entonces, Valentina, Estrella, David, Sergio, Pablo, Antonio, Aníbal, Pepe, Álvaro y Alejandro continuaron asistiendo a las clases de robótica con la Seño Rosa. Pero ahora sabían que su conocimiento podía hacer una diferencia en la vida de otras personas.
Y así fue como estos amigos descubrieron que trabajar juntos y utilizar sus habilidades para ayudar a los demás era la mejor manera de celebrar la Navidad.
Cada año repetían su desafío navideño y siempre encontraban nuevas formas de llevar alegría a aquellos que más lo necesitaban.
FIN.