La Nena del Lunar en la Mejilla
En un pequeño pueblo rodeado de montañas y flores, vivía una niña llamada Lila, conocida por todos como la Nena del Lunar en la Mejilla. Desde que era muy pequeña, Lila tenía una marquita en la cara, un lunar perfecto en la mejilla derecha que hacía que su sonrisa se viera aún más brillante, como un pequeño sol.
Lila siempre se miraba al espejo y decía: "¡Qué hermosa soy!", haciendo que sus padres sonrieran con orgullo. A pesar de que algunos de sus compañeros de la escuela le hacían bromas sobre su lunar, ella no se dejaba afectar. Una vez, en el recreo, un niño llamado Tomás le dijo:
"Lila, ¿por qué tenés esa mancha? ¡Parece que no te limpiaste la cara!"
Ella, con una sonrisa encantadora, respondió:
"Es mi lunar. ¡Es mi marca especial!"
A medida que Lila iba creciendo, el mundo comenzó a volverse más complicado. Las miradas a veces eran curiosas, a veces crueles. Un día, mientras paseaba por el parque, escuchó a dos chicas hablando:
"Mirá a la nena del lunar, ¿no te parece un poco rara?"
Las palabras hicieron que Lila se sintiera insegura por primera vez. Al llegar a casa, se encerró en su habitación y se miró al espejo. La luz se reflejó en su lunar y se dio cuenta de que había comenzado a dudar de su belleza.
Sin embargo, su abuela, que siempre había sido su cómplice, vino a buscarla. Con su voz suave le preguntó:
"¿Qué te pasa, mi vida?"
Lila, aún con los ojos llenos de lágrimas, le contestó:
"Abuela, ¿es mi lunar feo? Algunos dicen que me hace ver rara..."
La abuela sonrió y le dijo:
"Lila, el lunar es parte de vos. Cada luna tiene su historia, y la tuya es única y especial. A veces, las cosas que son diferentes hacen que el mundo sea un lugar más bonito. ¿Sabías que hay muchas personas que tienen cosas especiales como vos?"
Eso encendió una chispa en el corazón de Lila. Decidió que quería conocer a otras personas como ella. Entonces, un día, organizó un evento en el parque donde invitó a todos a mostrar su 'marca especial', sean pecas, lunares o cualquier otro detalle.
El día del evento, muchos niños vinieron. Una niña con pecas, un niño con un lunar en la frente y hasta un chico con una extraordinaria cabellera roja se unieron a la celebración. Lila se levantó y dijo:
"¡Hola a todos! ¡Hoy celebramos nuestras marcas únicas!"
Todos aplaudieron y comenzaron a compartir sus historias. La niña de pecas contó que había aprendido a amar su aspecto porque su mamá siempre le decía que eran estrellitas en su rostro. El chico del lunar en la frente dijo que, aunque a veces se sentía raro, siempre había tenido amigos que lo apoyaban.
Lila sintió cómo la inseguridad se desvanecía. En ese momento, comprendió que las diferencias son el color de la vida y que su lunar no la hacía menos hermosa. En lugar de sentir vergüenza, empezó a resaltar su lunar como su seña de identidad. Desde entonces, siempre decía:
"Mis marcas son como mis amigos: ¡cada una tiene su valor!"
Esa experiencia no solo fue un momento inolvidable para Lila, sino que también ayudó a muchos otros a autoaceptarse y a celebrar sus diferencias. Con el tiempo, Lila se convirtió en una gran artista que pintaba sonrisas en las caras de todos y enseñaba que la verdadera belleza está en ser uno mismo. Nunca olvidó el poder de su lunar, que al final significaba siempre ser especial.
Así, Lila entendió que muchas veces, lo que vemos como un defecto puede convertirse en nuestra mayor fortaleza. Y así, la Nena del Lunar en la Mejilla vivió feliz, siendo siempre la hermosa niña que creía que era.
FIN.