La niña amable
Había una vez en la escuela del Palmar, una niña llamada Litzy. Era muy traviesa y siempre buscaba llamar la atención de sus padres. Hacía travesuras en clase, interrumpía a los maestros y no seguía las reglas.
Un día, la señorita Ana, su maestra, decidió hablar con Litzy después de clase.
La llevó a un rincón tranquilo del patio y le dijo: "Litzy, sé que solo quieres que tus padres te presten más atención, pero hay maneras mejores de hacerlo". Litzy frunció el ceño y preguntó: "-¿Qué puedo hacer para conseguir su atención?"La señorita Ana sonrió amablemente y respondió: "-En lugar de hacer travesuras, podrías intentar destacarte por cosas positivas.
Por ejemplo, puedes participar más en clase o ayudar a tus compañeros cuando lo necesiten". Litzy reflexionó sobre las palabras de la señorita Ana. Decidió darle una oportunidad y al día siguiente llegó a la escuela con una actitud diferente.
Durante la mañana, Litzy levantaba constantemente su mano para responder preguntas en clase. La señorita Ana estaba sorprendida por su cambio repentino y le dio muchos elogios por su participación.
A medida que pasaban los días, Litzy comenzó a ayudar a sus compañeros con sus tareas escolares. Les explicaba conceptos difíciles durante el recreo e incluso compartía sus materiales con aquellos que se habían olvidado los suyos. Los compañeros de clase empezaron a verla como alguien amable y generosa.
Pronto se dieron cuenta de que ella era una gran amiga y muchos comenzaron a buscar su compañía. Litzy se sentía feliz. Estaba obteniendo la atención que tanto anhelaba, pero esta vez era por cosas positivas.
Sus padres también notaron el cambio en ella y empezaron a elogiarla más seguido. Un día, mientras Litzy ayudaba a su amiga Clara con una dificultad matemática, la señorita Ana se acercó sonriendo. "-Litzy, estoy muy orgullosa de ti.
Has demostrado cuán especial eres al ser generosa y solidaria con tus compañeros". Litzy sonrió ampliamente y respondió: "-Gracias, señorita Ana. Me siento tan feliz de haber encontrado una manera mejor de llamar la atención".
La señorita Ana asintió y dijo: "-Recuerda, Litzy, siempre es mejor destacarte por cosas buenas en lugar de hacer travesuras. El mundo necesita personas como tú". A partir de ese día, Litzy continuó siendo una niña ejemplar en la escuela del Palmar.
Aprendió que no necesitaba hacer travesuras para obtener atención; solo tenía que ser amable y ayudar a los demás.
Y así fue como Litzy encontró una manera positiva de llamar la atención de sus padres y descubrió lo gratificante que era ser buena persona con los demás. Desde entonces, todos admiraban su actitud solidaria y generosa. La historia de Litzy enseñó a todos en la escuela del Palmar sobre el poder transformador que puede tener un cambio positivo en nuestras vidas.
Y desde aquel día, cada uno decidió seguir el ejemplo de Litzy para convertirse en mejores personas cada día.
FIN.