La niña bonita y su cabello risado



Érase una vez en un pequeño pueblo llamado Sonrisas, donde todas las mañanas el sol brillaba desde temprano. Allí vivía una niña llamada Lucia, conocida por todos como 'la niña bonita'. Pero lo que la hacía realmente especial no era solo su sonrisa radiante, sino su cabello rizado que bailaba como un muelle cada vez que se movía.

Lucia adoraba su cabello. Le encantaba ver cómo brillaba bajo la luz del sol y cómo sus rizos cobraban vida. Pero un día, mientras jugaba en el parque, escuchó a dos niñas hablando entre sí.

"Mirá a Lucia, tiene el cabello como un león", dijo una de ellas, riendo.

"Sí, debería desesperarse un poco más por su apariencia", replicó la otra.

Lucia sintió que su corazón se encogía. ¿De verdad su cabello se veía tan raro? Desde ese día, decidió que debía cambiarlo. Empezó a intentar alisarlo, a usar gomas, y hasta a ponérselo en trenzas, pero en cada intento sus rizos siempre encontraban la manera de volver a su forma naturalmente alegre.

Cuando regresó a casa, su abuela la vio y preguntó con curiosidad:

"¿Por qué te pones tan triste, Lucia?"

"Tengo el cabello como un león, abuela. No puedo parecer bonita así. Necesito cambiarlo."

La abuela sonrió y le respondió:

"Querida, tu cabello es una parte hermosa de quien sos. Cada rizo cuenta una historia y refleja tu alegría. No dejes que las palabras de los demás te afecten. Se valiente y ama cada rizo."

Lucia reflexionó sobre las palabras de su abuela. Esa noche, mirándose en el espejo, decidió que era hora de aceptar su cabello tal cual era. Al día siguiente, se despertó y dejó que sus rizos cayeran libremente. Se sintió libre y feliz.

Mientras jugaba con sus amigos, notó que de a poco, los comentarios sobre su cabello empezaron a cambiar. Las niñas que antes se reían comenzaron a admirar su belleza única.

"¡Tus rizos son tan lindos, Lucia!" dijo una de ellas, acercándose.

"¿Cómo lo hiciste para que se vean así?" preguntó otra.

Lucia, con una gran sonrisa, les respondió:

"Es solo mi cabello, pero es parte de mí. Lo amo tal como es, y ustedes también deberían amar lo que son."

Inspiradas por su confianza, las otras niñas empezaron a compartir sus propias características que solían considerar raras. Una tenía pecas que nunca le habían gustado, otra tenía cabello lacio que deseaba que fuera rizado como el de Lucia.

"Podríamos hacer un club de lo que nos hace únicas", sugirió Lucia entusiasmada. "¡Así podemos celebrar nuestras diferencias!" Todo el mundo estuvo de acuerdo, y juntas formaron el club llamado 'Las Únicas'.

Cada semana compartían historias, hacían actividades y hacían manualidades que mostraban lo especial que era cada una. Lucia propuso hacer un mural en la plaza del pueblo donde cada una pudiera pintar algo que representara su única belleza.

Un día, mientras estaban todas pintando, Lucia vio a las mismas dos niñas que antes se reían. Esta vez, se acercaron a ellas con una actitud diferente. Una de ellas dijo:

"No sabíamos lo hermosa que podías ser. Nos encantaría unirme a su club."

Lucia sonrió y les dijo:

"¡Claro que sí! Todos son bienvenidos, porque cada uno tiene algo único que aportar."

A medida que los días pasaban, el mural fue tomando vida, lleno de colores y sonrisas. Se convirtió en un símbolo de autoaceptación y amor propio en el pueblo de Sonrisas.

Finalmente, el día de la inauguración llegó. Todos fueron a ver el mural, admirar el trabajo y los mensajes de aceptación que plasmaban. Lucia, parada frente a su obra, se sintió más feliz que nunca. No solo por sus rizos, sino porque había enseñado a sus amigas y al pueblo entero a amar cada parte de sí mismos.

"Recuerden, cada uno de nosotros es hermoso a su manera", exclamó Lucia frente a todos los presentes.

Desde entonces, Lucia se convirtió en un ejemplo de valentía y autoaceptación, supo que su cabello rizado que alguna vez había querido cambiar, era, de hecho, un reflejo de su hermoso corazón.

Y así, la niña bonita aprendió que la verdadera belleza no está en lo que los demás piensan, sino en amarse uno mismo tal como es. Y el pueblo de Sonrisas nunca volvió a olvidarlo.

FIN.

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